Luchar contra el terrorismo no
justifica que sean incumplidos los Derechos Humanos y las leyes.Se entiende
perfectamente que la jueza Donnelly del
Tribunal del Distrito Federal de Brooklyn de Nueva York haya bloqueado las deportaciones
de Trump, aunque sea de forma temporal y fijado una audiencia para el próximo
21 de febrero. Es un primer paso seguido por otras instancias judiciales en el
país más poderoso del planeta.
Es natural que se hayan extendido las
protestas ciudadanas por Estados Unidos y el mundo. El caos en el JFK y en otros aeropuertos se
debe a la indefensión y a la arbitrariedad que implica para los viajeros y los
refugiados la puesta en práctica de este decreto de Trump. También es lógico
que Merkel y otros mandatarios no acepten la política migratoria impuesta por
Trump. Todas las personas no pueden ser objeto de sospecha. Existen
procedimientos de investigación muy profundos que sirven para extraer
información valiosa acerca de posibles o potenciales peligros terroristas del
yihadismo islamista.
Lo que está sucediendo en los
aeropuertos estadounidenses en lo relativo a deportaciones y a la
no admisión de refugiados no es racional ni está amparado por el derecho.
Existen unos derechos civiles que deben ser respetados también en Estados
Unidos, si no queremos que la gran norteamérica sea un estado policial. Y lo
digo con todo el respeto a las fuerzas policiales.
La presunción de inocencia de los que
llegan a los aeropuertos norteamericanos es más fuerte que las sospechas de
culpabilidad o de delito. Y no se debe tratar a los que llegan en los vuelos al JFK de Nueva York, por
ejemplo, como si fueran posibles delincuentes o terroristas.
El decreto ley de Trump suspende
tanto las entradas de todos los refugiados
durante 120 días y también la concesión durante 90 días de visados a las
personas procedentes de siete países de mayoría musulmana. Son medidas
desproporcionadas y absolutamente injustas, ya que establecen sospechas negativas
sobre cualquier persona. Son medidas claramente discriminatorias. Según Trump
es necesaria la depuración extrema de
potenciales terroristas y es evidente que es una actitud excesiva y
desproporcionada. Existen muchos procedimientos de investigación posibles para
reforzar la seguridad en todo el país y no es racional imponer medidas
draconianas.
Cierto considerable número de
atentados y acciones violentas han sido cometidos por personas nacidas en
Estados Unidos y que viven en el propio país.
Lo que sucede con el terrorismo yihadista
en Europa no es comparable con lo que ocurre en Estados Unidos. Se puede decir
que los sistemas de investigación policial y de espionaje son, a mi juicio, más
potentes y eficaces en el territorio norteamericano. Y, por tanto, los ciudadanos estadounidenses ya gozan de un
nivel de seguridad más elevado que en el resto del mundo. Y esto es algo que es
valorable de modo muy positivo. Que, según Trump, la seguridad en Europa sea un
desastre me parece una exageración, porque, por ejemplo, en España las fuerzas
de seguridad son un ejemplo de buen hacer y profesionalidad respetando los
derechos civiles y humanos.
Aunque también es cierto que todo es
mejorable, pero no a costa de faltar al respeto a la dignidad de cada persona.
Por eso tampoco se puede permitir la práctica de la tortura en ningún caso. La
finalidad perseguida no autoriza éticamente la utilización de cualquier medio.
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