El libro del filósofo
esloveno Slavoj Zizek titulado Pandemia expone numerosas interpretaciones sobre
las consecuencias de la crisis causada por el coronavirus. Parte de la
afirmación de que estremece al mundo por las muertes y el sufrimiento que está
produciendo esta nueva peste del siglo XXI.
Es verdad que la
distancia corporal de seguridad es necesaria para evitar la infección por este
virus maligno, pero eso no significa que
no podamos experimentar internamente la cercanía o presencia de los demás.
Parece que se toma más conciencia de que somos seres sociales.
La libertad de
expresión y de crítica está amparada y protegida por las leyes como es lógico,
pero partiendo de la confianza en la
capacidad de opinar de todos. Como escribe Zizek «El principal argumento contra la idea de que el Estado tiene que controlar los rumores para evitar el pánico es que este mismo control propaga la
desconfianza y crea aún más teorías
conspiratorias».
Ciertamente, se observa un cambio social y civilizatorio
considerable y parece que se está creando un nuevo paradigma económico que
puede llegar a superar las coordenadas clásicas del mercado. El número de contagios ha aumentado mucho en
España, porque una parte de las personas no han cumplido las normas de
protección repetidas hasta la saciedad en los medios de comunicación.
Con la interconexión
de las personas a nivel mundial y nacional no es de extrañar que los casos
aumenten de modo desproporcionado en diversas partes del planeta. El mundo ha tenido mala suerte y sufre la
contingencia del covid-19. Podía no
haber sucedido.
Zizek pone en cuestión los fundamentos del
neoliberalismo económico capitalista y dice que «lo importante es reflexionar sobre el triste hecho de que necesitamos una catástrofe para ser
capaces de repensar las mismísimas características de la sociedad en la que
vivimos».
Parece que la realidad
virtual es el único espacio seguro del todo en relación con nuestra salud o vida. La solidaridad en el ámbito
presencial se traduce en la distancia de seguridad y el uso de mascarilla. No
es aceptable el control digital, algo que sucede en China, porque es una
invasión de la intimidad personal.
En este sentido, los
países occidentales con la protección de datos y con el derecho a la privacidad
están en la buena línea de los derechos humanos. Porque la libertad individual
o los derechos individuales son innegociables. Un simple virus ha cambiado el mundo
de la noche a la mañana. Es una lección
que ya hemos aprendido. Somos seres contingentes y sujetos al azar y a la
casualidad. Y el planeta también, en cierto sentido, es frágil ya que puede
sucumbir. Dentro de unos cinco mil millones de años quedará destruido por el
Sol.
Por eso hace falta una
solidaridad universal, si no queremos vivir escenarios de pesadilla. A nivel
político Zizek está convencido de que es necesaria una especie de comunismo o
socialismo que sirva de base a una real
justicia social global.
El caso de Estados
Unidos con casi 200.000 muertos por coronavirus da una idea de la magnitud de
la tragedia humana que está padeciendo por la falta de medidas de protección
obligatorias para todo el país. Y el responsable no hace falta citarlo, porque
está en la mente de todos.
Las medidas de control
y regulación de la gente para evitar los contagios no son arbitrarias y tienen
sus límites y son útiles para salvar vidas. Si no se les da importancia el
derecho a la vida desaparece y da igual todo.
Desde la perspectiva
de Slavoj Zizek «La trampa es que aun cuando la vida acabe regresando a cierta normalidad, no será
la misma que la que teníamos antes de la
epidemia». Sobre esto tengo mis dudas.
Lo que es indudable, a mi juicio, es que tenemos que repensar sobre
nuestra orientación vital con todo lo que esto supone.
No se sabe lo que va a
durar esta pandemia aunque se piensa que puede ser un par de años. En todo
caso, lo que es evidente es que la vida de cada persona tenga la edad que tenga
debe ser cuidada al máximo. Es entendible que Zizek insista en la asistencia
incondicional, sin reparar en gastos. Todos tenemos derecho a vivir. No todo
vale en este nuevo estado de cosas causado por la pandemia.
Estamos empezando a
vivir en un mundo viral, por desgracia.
De todos modos, es esencial organizar la vida cotidiana de una manera
estable y dotar de significado a lo que se realiza.
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