Las discrepancias
entre el gobierno de la Comunidad de Madrid
y el poder central son muy ostensibles y no ayudan en nada en la lucha
contra el coronavirus. La razón, a mi juicio, la tiene el ministro de Sanidad
Illa.
Las evidencias y los
resultados científicos son los que deben orientar las decisiones políticas para
que disminuya la tasa de contagios o de positividad en Madrid y en otras zonas
de España.
Ante una tasa de
positividad del 22% deben de saltar todas las alarmas y debe confinarse, ya que
no cabe duda de que existe una transmisión comunitaria. En Asturias, por
ejemplo, es del orden del 2% y la situación está controlada.
Que desde algún sector
del PSOE no se quiera confinar la capital del país es entendible, por el daño
económico que supone. De todos modos, lo que no está de más es pensar que lo
principal es evitar muertes y sufrimiento a miles o cientos de miles de
personas en estos meses próximos.
Se puede sobrevivir
con ayudas económicas del Estado y también con los ERTES, subsidios, salario
social o con el ingreso mínimo vital. En cambio, la muerte por coronavirus no
es reversible y no hay vuelta de hoja. Y no se puede jugar alegremente con las
cifras de enfermos de coronavirus y con los más de 53.000 muertos.
Por tanto, este juego
de negociaciones entre la Comunidad Autónoma madrileña y el Gobierno central no
me parece bien ni éticamente admisible, ya que mientras tanto no se están
tomando las medidas de confinamiento que a juicio de los expertos son absolutamente
necesarias. Parece, según dicen los medios de comunicación, que el gobierno de
Sánchez prefiere no intervenir Madrid por el coste político que supone y por
otras razones posiblemente relacionadas con la complejidad logística de la
operación de confinamiento.
Cuanto más se posponga
la intervención peor estará Madrid y, si no se llega a confinar, puede
vivirse una situación dantesca parecida
a la de marzo y abril pasados. Y, si sucede esto, de nada sirve lamentarse.
Parece que es más importante la economía que las vidas humanas y no es verdad.
Pero no sirve decirlo es necesario actuar con energía y como demandan las
circunstancias actuales que son preocupantes especialmente en Madrid, Navarra,
Cataluña y otras Comunidades Autónomas. Y todavía no se dispone de vacuna
contrastada y eficaz.
Todo depende de
decisiones políticas contundentes, pero eficaces. Aunque ya sea tarde se pueden
reducir considerablemente los efectos de la transmisión comunitaria y cortarla
de la única manera que es posible. Por otra parte, se está observando que
prácticamente en toda España se incumplen las normas y hay gente que hace
fiestas en sus casas sin mascarilla y todo tipo de celebraciones sin distancia
de seguridad y sin ningún tipo de protección.
Y las miles o cientos
de miles de imprudencias diarias las pagamos todos como
país con la expansión de la pandemia. Además, por si no fuera bastante existe
también el negacionismo que es absurdo y
contribuye al descontrol y caos existente. Si un cierto número de personas no son responsables en su
comportamiento cívico es muy difícil poner coto al coronavirus.
Las muertes en
abstracto no parecen algo tan terrible, ya que todos tenemos que morir, pero si
se piensa en cada persona y familia o amigos las cosas se ven y se piensan de
otra manera mucho más profunda y directa.
El derecho a la vida
está por encima de todo y esto parece que por parte de algunos no se quiere
aceptar. Los Derechos Humanos lo dicen y también se ampara el derecho a la
salud de todos. Forma parte de los derechos individuales que no pueden ser
suprimidos o menospreciados.
Si ni doblegamos ya la
expansión del coronavirus la situación de España en los próximos años puede ser catastrófica, porque las
consecuencias se dejarán sentir en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Además, la calidad de vida se resentirá considerablemente.
La Constitución
española afirma que los poderes del Estado español tienen la obligación de
proteger la vida y salud de los españoles. Para hacerlo el Gobierno central
tiene que poner todos los medios a su disposición para frenar la pandemia y, de
momento, en Madrid no lo está haciendo por la resistencia que ofrece el
Gobierno autonómico madrileño que pone en primer lugar la economía y en segundo
lugar la salud y el orden debe ser el contrario. Todo lo demás es retórica
política para justificarse.
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