En el libro El hombre
y la gente el filósofo José Ortega y Gasset analiza determinadas cuestiones de
la sociedad y plantea un cierto número de tesis acerca de lo social y de las relaciones entre los individuos que conforman
las diferentes capas sociales. Y, en
este sentido, lo que es evidente es que
Ortega se muestra crítico con Weber, aunque reconoce sus grandes
aportaciones a la sociología y la filosofía social, también dice que existen
formas de integración que van más allá. El pensador español pone énfasis en la
significación de los usos sociales como una especie de normas de
comportamiento. Y es cierto que existen esquemas de acción prefijados con los
que realizan sus conductas una gran cantidad de personas en el mundo occidental. De lo que no cabe duda
es de que como escribió Goethe «Solo a través de la iluminación del
pasado podemos entrever el significado del presente». En efecto, estamos hechos de pasado todos y todas.
Ortega insiste en que
la vida es cambio. Pero, sobre todo, diría que es un dinamismo personal. Los
sujetos siempre están transformándose en su trayectoria vital.
Fundamentalmente, porque ejercen su libertad de modo pleno. Puesto que como
escribe Ortega «Solo la muerte, al impedir un nuevo
cambio, cambia al hombre en el definitivo e inmutable sí mismo, hace de él para siempre una figura
inmóvil; es decir, lo liberta del cambio y lo eterniza». Indudablemente, la presión social existe en todas las
sociedades. Pero, la fuerza de la libertad de cada sujeto es más fuerte que lo
social, aunque parezca que no. Frente a las opiniones reinantes existen también
otras opiniones que se pueden denominar particulares y que discrepan de las más
compartidas socialmente.
Ortega critica que
grandes sociólogos como Comte, Durkheim o Weber o un filósofo como Bergson no
dediquen unas páginas a explicar realmente lo que es la sociedad. No le parece
que sea lo más acertado que se centren
exclusivamente en explicaciones o descripciones de los fenómenos sociales o de
las circunstancias concretas por las que atraviesan los seres sociales que son
los individuos. Es preciso ir a la esencia de lo social o, si se quiere, a lo
que define a las sociedades en sí mismas, de un modo profundo.
A mi juicio, la
sociedad actual es muy heterogénea y esto implica que existen muy diversos
planteamientos y formas de entender la vida.
Los prejuicios, la desinformación y la confusión de planos y de ideas es
algo que se puede observar en la realidad social. Por supuesto, que existe una
cantidad considerable de personas bien informadas y con criterios y sistemas de
argumentación sólidos, pero esto no es algo que comprende a todos.
El relativismo y el
escepticismo radical forman parte importante de la sociedad del siglo XXI.
Estamos asistiendo al derrumbe de una era de la cultura que está siendo
sustituida por una era de la diversión y de la superficialidad, de modo
general.
La unión o cohesión
social está disminuyendo y se puede decir que, en parte, desapareciendo. El
individualismo más feroz es lo que domina en la sociedad. Todo o casi todo es efímero y
pasajero. Se puede decir que casi todo tiene que ser instantáneo o casi. Es el
minimalismo en casi todo y la fugacidad y la rapidez sin más. La aceleración
del consumo, de la producción y del ocio
llega hasta unos niveles que impiden una
vida realmente intensa y cargada de un sentido profundo y real. La eficiencia se ha impuesto junto con la
tecnología a la propia vida. Se entiende que se incremente el número de
depresiones.
El mundo digital en el
que estamos instalados se cobra su factura, ya que, por ejemplo, la ludopatía
en sus múltiples formas está haciendo un daño tremendo a jóvenes y adultos y
también a familias enteras. Es difícil encontrar la solución a estos problemas,
porque las adicciones al tabaco, a las drogas y al alcohol requieren de muchos medios médicos y de prevención. Si se
añaden las desigualdades económicas, sociales y culturales y las bolsas de
pobreza el panorama no es alentador.
Contra este estado de
cosas se lucha desde la formación y con la cultura y el arte. La sociedad debe
darse cuenta de que no estamos en el mundo solo para divertirnos. Podemos hacer
muchas más cosas de provecho para
nosotros y para los demás.
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