La diferenciación
entre ciencias naturales y sociales es útil para entender que los objetos de
estudio no son los mismos en las ciencias experimentales que en las
Humanidades.
En este sentido, los
métodos de investigación siguen dos tradiciones distintas. La empírico-analítica es la característica de
las ciencias duras y naturales y la hermenéutica es la propia de las ciencias
sociales o humanas. Es indudable que
frente a dualismos excluyentes se pueden buscar métodos mixtos y flexibles.
La matemática es una
ciencia formal y deductiva al igual que la lógica. El enfoque metodológico
propio de las ciencias experimentales es
la explicación. En cambio, la comprensión es el método propio de la
historia y de otras disciplinas humanísticas.
Si bien las
explicaciones son conocimiento de la realidad y de las causas, también es
cierto que la comprensión de los sentidos de los acontecimientos requiere un
proceso de investigación participante que es también observacional y empírico
en toda regla. Es verdad, como dicen muchos pensadores y científicos, que en
muchas ocasiones no es fácil separar la
explicación de la comprensión, porque están interconectadas.
La objetividad o la
neutralidad valorativa es una actitud hacia la que se tiende, pero que es
difícil de lograr, porque los investigadores no pueden abstraerse y ser
independientes de lo investigado. Las ciencias humanas no pueden generalizar
como las naturales. Porque la capacidad de predicción de la historia o la
sociología, por ejemplo, está limitada por la intervención de la libertad de
cada individuo.
La repetibilidad de
los experimentos científicos no es algo que se pueda pensar que es posible en
las investigaciones históricas. Porque el mundo humano es cambiante y aunque se
pueden elaborar estadísticas y otros procedimientos para conocer los hechos y
acontecimientos del pasado más cercano o lejano, las formas de investigación en
las ciencias sociales son especiales de acuerdo con su objeto de estudio, ya
que son las conductas humanas.
Y es que los fenómenos
sociales pueden ser criticados desde innumerables perspectivas o ángulos de
análisis. Es lo que se denomina teoría crítica de la sociedad. Uno de los
propósitos o fines principales de las ciencias sociales es el de servir para
ser emancipadoras. Con la intención de liberar a las personas de prejuicios y
potenciar la plenitud y el desarrollo de todas las capacidades de las personas
en una sociedad humanizada.
En lo relativo a las
técnicas de las ciencias humanas se dividen en cualitativas y cuantitativas.
Respecto a las cualitativas son las entrevistas, grupos de trabajo o de
investigación, grupos de discusión, etcétera. En los procedimientos
cuantitativos a través de escalas,
tests, cuestionarios y muestreos se pueden alcanzar resultados que dan
precisión, rigurosidad y coherencia a
las conclusiones y resultados de ciencias como sociología, historia, economía,
filosofía, ciencias políticas, filología, etcétera.
En relación al valor
del conocimiento estoy convencido de que es el mismo tanto en las ciencias
naturales como en las sociales. Es de rango diferente. La cantidad de teorías,
desarrollos explicativos y análisis muy profundos que son propios de la
filosofía, por ejemplo, están al mismo nivel que el de la matemática o el de
ciencias como la física o la química. El ámbito de extensión que abarcan la
inmensa cantidad de libros y artículos filosóficos es prácticamente
incalculable y los comentarios y discusiones sobre los mismos también lo
es.
No se pueden
despreciar los miles o cientos de miles de millones de páginas de la filosofía,
la literatura, la filología, la historia, etcétera. Las aportaciones de los
grandes filósofos, lingüistas, escritores, historiadores, músicos, artistas no
son menos importantes que las de inventores y científicos.
Frente a la aparente
pérdida de prestigio de los estudios humanísticos es necesario decir que no
tiene razón de ser. El lenguaje del
conocimiento no se debe separar artificialmente entre ciencias y letras. Es el
mismo lenguaje en el fondo. El conocimiento y la cultura es un todo y no se
debe separar de modo artificial.
Y el nivel de
inteligencia que es necesario para entender las obras filosóficas, los libros
de derecho y también los contenidos de otras disciplinas humanísticas como las
lenguas clásicas es alto. Además, la riqueza cultural y vital que proporcionan
las ciencias humanas no tiene límites.
Grandes científicos
como Einstein o Schrödinger se
interesaron mucho por la filosofía.
Galileo además de un gran matemático fue filósofo del Duque de Toscana.
La obra principal de Newton se titula Principios matemáticos de la filosofía
natural. Sobran los comentarios.
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