Este filósofo que
nació en Viena en 1923 y falleció en Francia en 2.007 destacó por sus numerosas
y profundas reflexiones sobre el sentido de la vida y también sobre la sociedad
y el individuo. En el libro titulado El
hilo conductor de la ecología se publican varias entrevistas que concedió Gorz y que son
de un gran interés desde una perspectiva filosófica y sociológica.
A lo largo de su
producción escrita como periodista y filósofo insiste en una serie de temas que
son centrales durante el siglo XX y también en pleno siglo XXI. Su amistad a lo
largo de muchos años con Sartre influyó también en buena medida en la
maduración de su pensamiento. Aunque, sin duda, discrepaba en algunas
cuestiones del gran pensador francés, le respetaba y admiraba. Algo que era
mutuo. Gorz pasó un tiempo de su existencia en México y aprendió español. Se
consideró francés. Sus planteamientos como pensador se pueden clasificar como
los característicos de un filósofo o teórico político y también como los de un
crítico de la sociedad.
Está convencido de que
con el neocapitalismo actual se llega a la desculturalización, porque todo está
supeditado a la ganancia. No tiene ninguna duda de que es necesaria una vida
más sobria si no queremos que el planeta se degrade hasta límites invivibles.
Es cierto, como él
mismo argumenta, que no es posible una
vuelta a lo natural de una forma idílica o bucólica, de una forma general.
Rechazó de un modo contundente la sociedad de consumo puesto que se entiende que favorece una existencia superficial e
insustancial.
Critica duramente el
fordismo y el industrialismo a ultranza.
En su libro La metamorfosis del trabajo aparece el valor que posee el
trabajo creativo en la sociedad ideal de Platón. Como indica Martínez-Alier «Previó una sociedad de trabajos precarios a la que oponía una
sociedad de la auto-actividad que sería ayudada por algunos cambios
tecnológicos, como la microelectrónica». En este sentido, se muestra
convencido de la necesidad de la renta
básica o social para que las personas puedan vivir sin sobresaltos económicos
que les impidan vivir con dignidad y suficiencia.
La fenomenología de
Husserl y de Sartre fue también fuente de inspiración en el desarrollo de sus
reflexiones filosóficas. Pero también
tuvo una actitud ecléctica con la intención de analizar la sociedad en la que
vivía. Su preocupación social siempre está presente y en un primer plano en sus
obras. Piensa que debe ir conformándose una nueva civilización que aumente un
tiempo de vida a expensas del tiempo de trabajo.
En una sociedad
postindustrial la creciente automatización supone que no son necesarias largas
jornadas de trabajo. Al contrario son contraproducentes, porque reducen el
tiempo de ocio o de vida que es fundamental para las personas. Como escribe
Gianinazzi es evidente que Gorz afirmaba
que «el resultado esperado de esta utopía concreta no es una
sociedad del ocio o del tiempo libre, compatible con la imposición de prácticas
mercantiles, sino una sociedad del tiempo liberado para la multiplicidad de
actividades autodeterminadas». Gorz analizaba las significaciones
que poseen el cuerpo y los sentidos en la construcción cultural y su gran
importancia y repercusión en la crítica social y también en la pedagogía.
Elabora una crítica
contra el posmodernismo que, a mi juicio, es muy sólida y coherente por
numerosas razones. Es como si cada sujeto fuera llevado por el inconsciente
colectivo y no delimitara reflexivamente sus propósitos e intenciones. Y
escribe al respecto: «nuestra conciencia solo capta epifenómenos,
está gobernada por el inconsciente y desconoce tanto este último como las
interconexiones lingüísticas que la estructuran». Pero, lo que sucede, según Gorz, es
que los sujetos si son capaces de autoexplorarse y de pensar de forma subjetiva como entidades reflexivas
autónomas.
Los chimpancés tienen
3.000 millones de neuronas en su cerebro
y los seres humanos 100.000 millones. Se comprende, por tanto, que la capacidad
de adaptación y de creación en los hombres sea incomparablemente más elevada en
la especie humana. Algo en lo que también insiste Gorz.
Comprendía
extraordinariamente bien la crueldad del mundo natural. La regla es devorar o
ser devorado. Es una lucha feroz por la existencia o por seguir vivo,
simplemente. Para Gorz con la microelectrónica se puede conseguir una sociedad
del tiempo liberado o lo que es lo mismo una sociedad que dejaría de ser
una utopía. Habla de mil horas de
trabajo anuales.
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