No cabe duda de que
Víctor Brochard es un filósofo francés que en su libro Los escépticos griegos
elabora unas explicaciones muy bien desarrolladas de los antecedentes del
escepticismo y también de las principales contribuciones filosóficas de Pirrón,
Enesidemo, Menódoto, Sexto Empírico y otros.
Pirrón nació en el año
365 a. de J. C. El pensamiento de Demócrito que era uno de los creadores del
atomismo materialista influyó fuertemente en los planteamientos filosóficos de Pirrón. Como escribe Brochard «En compañía de Anaxarco, Pirrón siguió a Alejandro en el Asia». Al morir Alejandro Magno el filósofo regresó a Grecia y
murió hacia el año 275 a. C. Su vida fue sencilla y logró el respeto y la
estimación de sus conciudadanos.
Es indiscutible que
Pirrón no inventó la duda sistemática, ya que Anaxarco y otros pensadores
insistieron en el gran valor de dudar de todo y fundamentalmente de la verdad
de los conocimientos. La suspensión del juicio no fue aplicada por Aristóteles. Porque la ciencia natural
del Estagirita busca la certeza y la precisión. Y las clasificaciones de
especies animales así como la lógica y otras disciplinas se fundamentan en la
verdad y en la validez.
Tanto Platón como
Aristóteles querían conocer con rigor la realidad y las ideas y conceptos y el
saber era el objeto de sus esfuerzos cognoscitivos y de sus procesos de
investigación. Y esto sucedía con otros muchos pensadores anteriores y
coetáneos.
Los discípulos de
Pirrón buscaban siempre la verdad, pero no la encontraban y alcanzaban la
incertidumbre propia de las cuestiones aporéticas. Como escribe Brochard «Atenerse al sentido común
y obrar como los demás: he aquí la regla que después de Pirrón, han
adoptado todos los escépticos».
Enesidemo pretendía
derribar el dogmatismo con la dialéctica y valoraba en alto grado la
observación y la experiencia. Es una actitud, en cierto modo, empirista. El
libro de Victor Brochard es un tratado magnífico que a lo largo de 501 páginas
explica numerosas cuestiones acerca de la historia de las teorías escépticas a
lo largo de la Antigüedad.
Brochard fue un
filósofo e historiador de la filosofía francés que nació en 1848 y falleció en
1907 en París. Los escépticos indagaban. Buscaban también la tranquilidad del
alma o de la mente. Por tanto, entendían la felicidad como ataraxia.
Para el escepticismo
antiguo el conocimiento no era posible y la causa es que la debilidad de las
sensaciones y los razonamientos nos impiden conocer realmente. Este planteamiento
es una exageración. Una cosa es que pueda haber momentos en que los sentidos
nos engañen, por distintos motivos y otra muy diferente es que se intente negar
la realidad indudable de lo que se conoce.
Que el sabio sea
imperturbable ante lo que le rodea puede parecer adecuado, pero con muchos
matices. Se puede conocer la realidad. En cambio Pirrón pensaba que no. Si bien la percepción no siempre es perfecta
esto mismo no presupone que no percibamos lo que sucede y el mundo en el que
vivimos de un modo válido y contrastable intersubjetivamente. Los sentidos nos
dan certeza, si se utilizan bien. Los errores en lo percibido son corregibles y
de esta manera se llega a conocimientos e informaciones ciertas.
La lógica aristotélica
y la concepción de la ciencia que sostuvo el creador del Liceo se opone totalmente a los planteamientos
escépticos, ya que la ciencia rigurosa no se mantiene en la duda continua y sin
término.
Otra cuestión
diferente es que los hombres de ciencia sean precavidos, prudentes y cautelosos
en la elaboración de sus hipótesis y teorías. En este sentido, es indudable que
un cierto nivel de escepticismo es positivo para no creer cualquier cosa.
El examen minucioso y
reflexivo de los pros y contras de cualquier cuestión, por ejemplo, es un buen
sistema para no equivocarse en las decisiones y en otros asuntos que competen
al avance de la ciencia y la cultura. El
análisis es una operación de la inteligencia que pretende la eliminación de la
confusión y la ambigüedad en los procesos del conocimiento.
Las dudas están bien y
pueden evitar las actitudes dogmáticas e intransigentes. Son una muestra de la
agudeza del entendimiento y de la capacidad analítica de la mente. Las ciencias
no pueden estar flotando en las dudas, porque se basan en la verdad, la
objetividad y la verificación. Precisión certeza y rigor son fundamentales en el saber
científico.
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