La distanasia es el
ensañamiento terapéutico o la prolongación artificial de la vida, aunque no
exista esperanza de curación. No es lo mismo que la eutanasia. La buena muerte
creo que no existe.
Si se entiende por tal
la plácida desaparición de una persona
que deja de existir porque su situación es irreversible se puede entender. De
todas formas, estoy convencido de que la muerte nunca es algo bueno y deseable
en sí mismo.
El ser humano, en
general, tiene miedo a lo desconocido y
también a la desaparición absoluta. Por eso no se suele hablar de la muerte. Es un tema sobre el que se pasa de
puntillas o no se trata en la televisión, por ejemplo. Y se entiende, porque no
suele gustar y tiene mala prensa.
En el código
deontológico de los médicos se expresa
que «La decisión de poner término a la
supervivencia artificial en caso de muerte cerebral sólo se tomará en función
de rigurosos criterios científicos y con las garantías exigidas en la Ley».
Si se llega a legalizar la eutanasia en España con unas condiciones muy
bien fijadas me parece que lo más apropiado, sin duda, es que los
procedimientos que se lleven a cabo para poner fin a la vida de pacientes
terminales deben estar controlados y realizados por médicos y no por cualquier
persona.
En relación con el
sufrimiento o los dolores excesivos y muy prolongados en el tiempo, lo racional
es que se apliquen a los pacientes los mejores medicamentos y tratamientos para
la eliminación de los dolores insufribles o más intensos y lograr unas
condiciones vitales dignas y que no supongan un martirio insoportable.
Unos cuidados
paliativos de gran calidad pueden contrarrestar eficazmente la mala calidad de
vida de los pacientes con enfermedades graves que, al ser crónicas, mantienen
el sufrimiento de los sujetos durante
mucho tiempo con unas condiciones penosas.
Incluso el Papa Juan
Pablo II en su encíclica Evangelium
Vitae escribió: «La renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados
no equivale al suicidio o a la eutanasia; más bien expresa la aceptación de la
condición humana ante la muerte». Sabias y acertadas palabras. En
efecto, si las perspectivas o expectativas de mejora de los pacientes son nulas
ante una enfermedad o padecimiento incurable e irreversible, es evidente que la
solución más sensata y racional pasa por dejar hacer a la naturaleza.
En relación con la
muerte es cierto que el testamento vital es un documento importante de cara a
conocer los deseos de las personas ante el fin de su existencia que llegará
inexorablemente. Es, en realidad, una forma de expresar por escrito el
planteamiento del individuo ante una situación límite y lo que él considera que
puede ser la mejor conducta a seguir en el trance final, si esto es necesario o
la situación lo requiere o demanda.
El testamento vital es un documento en el que la persona
explicita claramente las instrucciones referidas a su tratamiento médico cuando
su estado de salud no le permita expresarlas él mismo. Es un documento de
voluntades anticipadas. Son disposiciones anticipadas para una muerte digna. El
testamento vital prevalece, siempre que se respete el ordenamiento legal
vigente. Se formaliza por escrito y ante notario y de otras formas.
En estas cuestiones
que forman parte de la Bioética existen muy diferentes planteamientos y diversas
teorías. No es lo mismo para una persona creyente que considera que existe otra
vida espiritual después de la material o terrenal que para otro individuo que
es ateo o agnóstico, ya que para los no creyentes la vida ultraterrena o
celestial es una bella fantasía imaginable pero irreal.
Es pensable que en el
plazo de unos veinte o treinta años sea innecesaria la legalización de la
eutanasia, porque con los extraordinarios avances de la ciencia médica se
aplicarán cuidados paliativos muy eficientes y se suprimirán, de una manera
absoluta, los grandes dolores y sufrimientos con potentísimos analgésicos muy
superiores a los actuales. El desarrollo de fármacos muy novedosos y eficaces
se va a conseguir, según dicen los expertos, en los próximos treinta o cuarenta
años. Esto según los cálculos y previsiones menos optimistas.
Con la tecnología
médica ya existente creo que, salvo casos puntuales que pueden ser tratados en
los hospitales, el tema de la eutanasia ya está en fase de superación. Lo
fundamental es dar una gran asistencia médica en los casos más graves.
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