Francisco Bacon
impulsó la Revolución Científica. Nació en Londres en 1561 y falleció en
1626. Buscaba con sus investigaciones y
erudición la reforma de la sociedad por
medio de la ciencia aplicada. En su obra La nueva Atlántida plantea esta idea
que puede parecer una utopía y que en
cierto sentido también había sido
pensada, en algunos aspectos, por el humanista y político Tomás Moro.
Bacon considera que
debe ser conseguido un cierto cambio en los procedimientos científicos para
hacerlos más sistemáticos y ordenados. Por tanto, los métodos y objetivos de
las diferentes ciencias debían ser transformados para evitar errores,
falsedades y equivocaciones que no producían conocimiento verdadero.
Su libro más conocido
es Novum Organum de 1620. Como escribió Bacon era necesario en su época «Establecer y extender el dominio de la raza humana sobre el
Universo, lo cual depende, por entero, tanto de las artes como de las ciencias». En su filosofía y en sus obras Bacon critica la lógica vulgar y también la metafísica y lógica
aristotélicas por considerar que estaban basadas en nociones confusas como
substancia, cualidad, etcétera. A mi juicio, esto no es cierto. Otra cuestión
diferente es pensar que cada sistema filosófico y cada pensador crea o
elabora categorizaciones y
conceptualizaciones nuevas que pueden ser objeto de análisis y reflexión, pero
desde una perspectiva constructiva.
Respecto a los
denominados ídolos de la mente, según Bacon existen cuatro tipos principales.
Los ídolos son nociones e imágenes falsas que se apoderan de la mente y tienden
siempre a reaparecer. Proceden de los errores y confusiones de los seres
humanos. Y desde un enfoque científico y técnico nos alejan de la verdad y, por
tanto, son negativos. Y si se analizan filosóficamente se pueden entender estos
engaños de la mente.
Los ídolos de la tribu
se manifiestan, por ejemplo, en la tendencia a la generalización en relación
con opiniones y también en la imposición
de metas o fines a la Naturaleza o, lo que es lo mismo, en la afirmación
de un finalismo o teleologismo en lo natural.
Si pensamos en los
ídolos de la caverna, según el filósofo inglés, proceden del temperamento
individual y de la educación, lecturas y experiencias particulares de cada
sujeto. En consecuencia, se fundamentan en la naturaleza humana. Es preciso ser
objetivos y no caer en planteamientos irracionales. Las lecturas son
importantes porque aportan conocimientos que son necesarios y útiles en cualquier ciencia sea humana o natural.
Los ídolos del foro se
basan en la fuerza de las palabras. El mundo de lo fantástico puede, según
Bacon, desviar del conocimiento preciso de la realidad. A mi juicio, es
indudable que el lenguaje escrito es muy
poderoso, pero no considero que por su fantasía pueda perturbar la mente,
simplemente agudiza la inteligencia y la sensibilidad. Que sean los ídolos más peligrosos para el
pensador británico es entendible, si pensamos en sectas que han surgido con
documentos escritos y que a lo largo de la Historia han causado muchas
persecuciones, guerras y muertes.
Por último, Bacon
afirmó la existencia de los ídolos del teatro que son los principios falsos y
las malas reglas de demostración o de la lógica vulgar. Como se puede observar
lo común de los ídolos es que producen errores, confusiones y dudas. Por tanto,
la objetividad, el rigor, la precisión y la revisión de los datos es
fundamental para el logro de conocimientos científicos y técnicos.
Estaba de acuerdo con
el nominalismo de Guillermo de Ockham y con la captación de lo singular a
través de los sentidos. Era la expresión del rechazo también de la disputa de
los universales, ya que no existen. El empirismo del gran teólogo y filósofo
franciscano inglés es aceptado también por Bacon.
Pensaba que la ciencia
debe disponer de un objetivo práctico. El claro propósito es la transformación
de la Naturaleza para ponerla al servicio del hombre.
Aunque Bacon no
inventó la inducción que había sido utilizada en la filosofía griega
antigua estableció un procedimiento de
exclusiones. Además, las tablas de presencia, ausencia y grados están
planteadas con la intención explícita de hallar las formas y con el logro de un
orden experimental sistemático y consistente en las investigaciones de las
ciencias.
La inducción procede
de lo particular a lo general. En cambio, la deducción va de lo general a
lo particular. La Química es una ciencia
dura, experimental e inductiva.
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