La
fenomenología influyó decisivamente en el pensamiento de este filósofo francés
muerto en 1980. Fue el intelectual de
más prestigio de su época en Francia. Fue uno de los pensadores que impulsaron
y apoyaron la Revolución de mayo del 68 en París. Su labor literaria como autor
de novelas y obras de teatro fue extraordinaria. Y si a ello añadimos su genial
producción filosófica se entiende que le fuera concedido el premio Nobel. Su rechazo del mismo en 1964 da una idea precisa de su talante
independiente, y de su libertad de pensamiento, que quiso mantener a toda
costa.
Aunque,
a mi juicio, la aceptación de ese gran premio no hubiera afectado su libertad
para escribir y pensar. De todos modos, es uno de los grandes pensadores de todos
los tiempos.
Jean
Paul Sartre también estuvo de acuerdo con los planteamientos del marxismo, y
cultivó el denominado existencialismo. El primer gran libro de este pensador
galo es El ser y la nada que es un ensayo o tratado que elabora una ontología
fenomenológica preguntando por el ser.
A
diferencia de lo que pensaba Descartes, para Sartre, la relación del yo con el
mundo es lo esencial, ya que la conciencia es intencional, y está abierta a la
realidad. Somos seres que nos hacemos o construimos en cada momento de la
existencia. Frente al yo puro o trascendental propuesto por Husserl, se puede
decir que el filósofo francés prioriza la conexión con lo empírico, con el
mundo material.
El
«ser en sí» es para Sartre es el ser de
lo cósico, o lo que es lo mismo, de lo que no tiene posibilidades, ni
existencia o libertad. En cambio, el «ser para sí» es el hombre o su conciencia
de ser que no es nada en sí mismo, y está inventando y construyendo su existencia
a lo largo del tiempo.
Indudablemente,
lo fundamental en el ser humano es la libertad. No se puede determinar una
esencia o naturaleza que sea lo específico de cada ser individual, ya que el
propio ejercicio de la voluntad va dando forma a lo que es cada persona. Y esta
es una de las grandes cuestiones descubierta por los análisis y reflexiones
metafísicas de Sartre.
En
este sentido, la libertad es la propia esencia humana, puesto que hace posible
el despliegue de su capacidad volitiva. Lo que supone la existencia de riesgos,
ante la perpetua elección de posibilidades
propia de la existencia, por parte de cada sujeto.
Desde
la perspectiva atea de Sartre cada
individuo se hace a sí mismo a través de sus decisiones y actos, y, por tanto,
ejerciendo su libertad. Si bien, en una primera época plantea la necesidad de
una moral de situación que es un
relativismo, sin valores morales estables, en la segunda época cambia de
registro, y afirma planteamientos más
positivos.
La
responsabilidad y la libertad son valores absolutos en sí mismos que se
complementan perfectamente.
De
este modo, las conductas son libres, pero tienen también consecuencias para la
humanidad, lo que delimita la posibilidad real y efectiva de construir
proyectos adecuados a la libertad de los hombres.
Por
tanto, el ser humano ya no es una pasión inútil, porque su sentido profundo
está, precisamente, en el desarrollo de su libertad de forma apasionada.
El
tema de la angustia ocupó el pensamiento de Sartre, ya que al escoger lo que
queremos ser, siempre podemos devenir distintos de lo que somos. Aunque, desde
otro enfoque, se puede ser consciente de que estamos cambiando permanentemente,
ya que somos seres dinámicos, y la misma estructura de la realidad también es
cambio y movimiento. Además, a mi juicio, las decisiones libres que se toman no
eliminan el pasado, y, por tanto, siempre existe en nosotros una parte de lo
que fuimos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario