Ante el envejecimiento de la población
parece que debe aumentar el número de médicos.
En efecto, por causa de la masificación que se observa en la sanidad pública creo que
deberían trabajar más médicos y personal sanitario en los hospitales y centros
de salud púbicos. Porque, en este año y en los próximos, va a haber altas tasas
de jubilación de los médicos que están trabajando actualmente.
También parece necesario que los médicos
rurales no tengan una actividad extenuante, en algunos casos. Si no es posible
un relevo generacional, lo más lógico es que, por medio de un cambio de normas,
se posibilite la llegada de médicos de Latinoamérica o de otras partes del
mundo a España. De este modo, se reducirían los desequilibrios asistenciales y
la desigual distribución de médicos en algunas especialidades.
La atención sanitaria con el paso de los
años tendrá que ser mayor debido al aumento de la longevidad. Puesto que el
incremento de la esperanza de vida, que es algo muy positivo, supone que las
consultas y la actividad sanitaria serán cada vez más intensas para los
profesionales de la sanidad. Y se
presupone que para mantener la máxima calidad asistencial y no sobrecargar
excesivamente a médicos y personal sanitario el Estado tendrá que pagar a más
profesionales de la salud. Es lo que se puede pensar desde un planteamiento
racional de lo que está sucediendo.
Se deben reducir considerablemente las
listas de espera y esto no se logra con un déficit de médicos, algo que puede
suceder en los próximos años, si no se toman medidas.
La sociedad civil española me parece que
tiene que priorizar el gasto en Sanidad, ya que es algo que, tarde o temprano,
toda la población acaba agradeciendo, porque todos somos beneficiarios del
sistema público de salud.
Y la atención médica no es algo que
pueda esperar. Se precisa de soluciones rápidas que eviten el colapso por el
exceso de pacientes respecto a plantillas demasiado ajustadas.
El derecho a un eficiente sistema
sanitario público no puede ser puesto en cuestión por motivos económicos.
Aunque exista la medicina privada, una considerable parte de los ciudadanos, o
no pueden o no quieren recurrir a ella, por razones que suelen ser económicas.
Otra cuestión que debería resolverse es
la garantía de una igual calidad asistencial, que debe ser proporcionada
independientemente del lugar de residencia de cada ciudadano. Y esto no se ha
logrado todavía.
En los próximos lustros el Estado deberá
dedicar mucho más dinero para atender a los mayores que suelen ser los que más
acuden al médico, por razones obvias. Además, los tiempos de consulta de los
médicos de familia deberían adaptarse a esta nueva situación en muchos casos.
Se puede decir que el sistema sanitario
español es uno de los mejores del mundo, pero esto no significa que no tenga
aspectos que son claramente mejorables.
La masificación que ya existe será mayor
y, si no se amplían los hospitales y se aumenta el personal médico y de
enfermería, celadores, etcétera, en poco tiempo se puede estar dispensando una
asistencia de menor calidad. Cada beneficiario se merece la máxima calidad sin
reparar en costes. Para eso se cotiza durante un montón de años a la Seguridad
Social.
La labor de los médicos es admirable,
por su profesionalidad y paciencia. Ya que tienen que afrontar, en ocasiones,
diversas problemáticas derivadas de las exigencias de algunos. No cabe duda de
que es un trabajo vocacional que requiere mucha energía y resistencia y que
también está cargado de responsabilidad.
De todos modos, los grandes avances en
el campo de la medicina auguran un progreso espectacular en el tratamiento de
algunas enfermedades y en ralentizar el proceso de envejecimiento de las
personas en las próximas décadas.
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