Dante Alighieri al escribir su libro
Monarquía quiso erradicar la anarquía de
su época.
Esta obra no es de su periodo de
juventud ya que fue redactada en un
periodo de calma y tranquilidad. Ya había pasado por largos años de lucha y
militancia política. Y, por tanto, conocía muy bien los entresijos de las
luchas y disputas políticas.
Para el gran escritor florentino está
claro que el Derecho romano y el Imperio son la solución de todos los males que sufre Florencia
que está sumida en la anarquía y el desorden. Aplica sus conocimientos
escolásticos, dialécticos y teológicos a la composición de su tratado político.
Dante aunque había aprendido el tomismo naciente no siempre está de acuerdo con
todos los planteamientos teológicos o teocráticos del santo y sabio dominico.
Acepta ciertos rasgos averroístas e
interpreta que existe una separación de facto entre el poder espiritual y el
temporal. La perfección de la naturaleza
humana y del fin o propósito de la misma, sin apelar a Dios, es algo lograble y esto le coloca más
cerca de algunos planteamientos de Averroes.
También habla de la necesidad de la paz
para lograr una convivencia social más justa y ordenada. A su juicio, el mejor sistema de gobierno es
un poder único que haga posible y
realizable la felicidad de la humanidad. Por tanto, según Dante, la monarquía
es el régimen de gobierno más perfecto.
Escribe el gran hombre de letras
florentino que: «Si las leyes no se orientan directamente al bien común de los
que están sometidas a ellas, serán leyes solo de nombre, pero no de hecho, ya
que es necesario que las leyes unan a los hombres entre sí para la utilidad
común». El Papa para Dante solo gobierna espiritualmente, ya que el mundo en el
que vive ha empezado a laicizarse. Y es que a finales del siglo XIII y comienzo
del XIV ya se está notando la transformación progresiva del ambiente medieval
hacia una nueva etapa de la historia.
En lo político se proclama libre,
emancipado de la Iglesia y de la
obediencia al Papa. Dice Dante: «Lo que puede ser hecho por uno solo mejor es
que lo haga uno que muchos».
La eliminación de las políticas oblicuas
es, según Dante, una de las tareas principales del Emperador en su tiempo. Algo que muestra el
deseo de paz y de estabilidad en la sociedad por parte de este pensador. Porque
las políticas que no son rectas causan el mal en la sociedad y en esto mismo
insiste Dante en sus escritos.
A pesar de los siglos transcurridos este
tipo de reflexiones políticas y sociales pueden ser entendidas perfectamente en
pleno siglo XXI. La desestructuración
social, la denominada sociedad líquida, la violencia, la injusticia, la
desigualdad y la anarquía y desorden reinante en la sociedad del conocimiento
son algo observable por todos.
Estos problemas sociales requieren una
actitud basada en la justicia, la solidaridad, la compasión, el humanitarismo y
los derechos humanos. Ya que para Dante el derecho romano es uno de los pilares
en los que se apoya la justicia humana.
La pasión por la filosofía de Dante está
bien documentada y deriva también de sus estudios filosóficos. En su Divina comedia
en el segundo canto, concretamente en el Purgatorio, el personaje de Beatriz le
critica su excesivo interés por las cuestiones filosóficas.
Se entiende perfectamente que lo tenga,
porque sus obras están llenas de reflexiones, aunque sea en lenguaje poético,
sobre la vida, la muerte, el amor, la violencia, la virtud, los vicios, el mal,
el bien, y otros muchos aspectos éticos y metafísicos.
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