Ciertamente, la
decadencia de la cultura antigua ha sido objeto de numerosas investigaciones
por parte de historiadores, sociólogos y filósofos. Max Weber que fue un
historiador, sociólogo y pensador alemán
escribió un libro sobre las causas de la decadencia del mundo antiguo.
Se titula Fundamentos
sociales de la decadencia de la cultura antigua. En realidad, la desaparición
del Imperio Romano fue causada no tanto por el lujo desenfrenado de las
ciudades y por la perversión de las costumbres como por la transformación de
las relaciones de producción.
En este sentido, los
planteamientos de Marx fundamentan también lo planteado por Weber. Además, el
materialismo cultural del antropólogo norteamericano Marvin Harris reafirma la
influencia de la infraestructura material en las formas de vida y en los
cambios sociales y de civilización. Por supuesto, el esclavismo existente en la
Antigüedad era algo totalmente injusto desde la perspectiva ética.
La cultura romana
antigua conquistó una parte considerable del mundo conocido, pero la economía
del Imperio no se basó en una economía libre
de esclavos y colonos. Se trataba de la subsistencia y esto perjudicó la
estabilidad de los territorios que estaban bajo el dominio de Roma. Como dice
Valdés Villanueva «Weber considera que, a partir
del siglo II, las guerras libradas por Roma eran en esencia expediciones para la
captura de mano de obra esclava».
Hubo una evolución
desde la economía monetaria a las
transacciones que no se servían del dinero, ya que eran en especie. Y esto fue
clave y determinante para el derrumbamiento del Imperio. Se fue produciendo una desconexión entre las
grandes explotaciones agrícolas y el mercado urbano.
Todo esto iba unido a
una crisis cultural, ya que como escribe Weber «A comienzos del siglo tercero
languidecerá la literatura romana». Otra de las causas de la transición hacia
otro tipo de economía y sociedad es los pagos en especie y la disminución muy
considerable de los pagos en metálico.
Como explica Weber «Los salarios de
los funcionarios estatales durante la monarquía de Diocleciano se liquidaban,
en un porcentaje muy alto, con pagos en especie». Se está entrando a partir de los siglos III y
IV en algo parecido en ciertos aspectos a la Edad Media, al menos, en el ámbito
económico.
Las invasiones bárbaras fueron el
último y definitivo golpe a las murallas de Roma, pero el Imperio ya estaba
herido de muerte por el cambio económico y social, si se analiza el periodo
final de la República y el comienzo del Imperio, especialmente con los
emperadores que gobernaron hasta Trajano. Con este emperador de origen hispano
se alcanzó el cénit de la extensión y la prosperidad del Imperio.
Posteriormente comenzó una decadencia gradual y continua. Ya nada sería igual.
Cuando en el año 410 los guerreros de Alarico saquearon Roma esto causó un gran
impacto emocional en los ciudadanos.
Incluso San Agustín escribió La Ciudad de Dios que se publicó en el año 426 y
sostuvo que los cristianos no eran los responsables de la caída o decadencia
del poder de Roma. La desaparición formal del Imperio Romano de Occidente fue
en el año 476.
Indudablemente, los imperios tienen
fases de crecimiento, florecimiento y decadencia por efectos del tiempo y de
las transformaciones en los sistemas productivos. También están sujetos a
invasiones de otros pueblos y a la propia dinámica de los cambios sociales e
históricos y a los nuevos inventos y descubrimientos. Carlomagno
intentó la prolongación de la gloria del Imperio Romano, pero la
realidad histórica y social ya era muy diferente. De todos modos, logró ser el emperador de la cristiandad a
partir del año 800. Se parecía al imperio de los césares aunque no era tan
extenso.
Todos los imperios tienen una duración
mayor o menor que se pueden medir en siglos o en periodos de tiempo menores
pero no son eternos. Actualmente, parece que se está entrando en una nueva era
que, en algunos aspectos, da la impresión que permanece ajena a la cultura
humanística y que no considera suficientemente la gran importancia del legado
de las lenguas clásicas y de la filosofía y las demás ciencias sociales o
humanas.
El materialismo relativista y
consumista imperante parece que desprecia el pasado cultural y las producciones
culturales que se elaboran o crean cada día en nuestro mundo digital,
especialmente, si son de un nivel que supera la simple diversión o el puro
entretenimiento. Y esto también está ocurriendo en el ámbito no digital de la
creación escrita. Domina lo espectacular sobre la calidad.
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