Los tiempos están
cambiando a un ritmo acelerado. La era digital en la que estamos instalados
supone un cambio de mentalidad en algunos aspectos. Lo que no puede significar
es que por ello se olvide la alta cultura y el arte y que una parte considerable
de la sociedad infravalore o menosprecie la producción de cultura o la
actividad de creación.Y es lo que está sucediendo.
Escritores de la talla
de Ángeles Caso, por ejemplo, ya han hablado de un desprecio de la cultura que,
indudablemente, se observa en el ambiente social.
Si bien también es
cierto que una considerable parte de la población aprecia y valora la creación
cultural. Que grandes libros tengan tiradas de 500, 1.000 o 2.000
ejemplares y, en cambio, otras obras de
mucha menos calidad sean valoradas más es realmente increíble.
Y que las editoriales
que publican libros de filosofía no se
atrevan, salvo excepciones, a poner en el mercado tiradas de más de 5.000
ejemplares es otro dato muy revelador de cómo está el nivel cultural en España. Además, novelas muy bien escritas son
despreciadas y no atraen la atención de
muchos lectores, porque no tienen la posibilidad de ser más conocidas con una
adecuada estrategia de marketing o difusión.
La gran cultura
siempre ha sido algo minoritario, pero en todo caso hay que darle el valor que
se merece. No puede quedar arrinconada como algo del pasado y que ya está
superado.
La mitad de la
población española no lee libros. Con este dato estremecedor no es extraño que
la cultura escrita esté en una especie de páramo desolador. Ahora bien, pienso
que existen motivos para el optimismo, porque las obras filosóficas y
literarias seguirán presentes en las bibliotecas públicas y particulares y también en la enseñanza media y
universitaria. El bagaje de la alta cultura no se va a perder nunca. Además, es
evidente que cada vez con los libros electrónicos el acceso a estas obras se ve
facilitado. Y también es cierto que cada día que pasa hay más libros en formato
PDF que pueden ser leídos gratuitamente en Internet.
La Biblioteca Nacional
de España en Madrid es una institución cultural de un valor extraordinario para
conservar los libros que se van publicando continuamente y funciona como un ingente depósito de la cultura y el saber
a través de los siglos.
Las obras de Platón,
Aristóteles, Descartes, Kant, Hume, Marx, Husserl, Unamuno, Bueno, Zubiri,
etcétera., seguirán leyéndose y también las de otros muchos filósofos y
literatos. Las magníficas novelas de Clarín, Dumas, Walter Scott, Dickens,
Zola, Víctor Hugo y muchas más forman parte de la cultura occidental.
La educación del gusto
es una asignatura pendiente en nuestro país.
Para que todo el mundo sepa apreciar las grandes obras de la cultura y
les dé el mérito que realmente se merecen y disfruten de las mismas.
Por supuesto, la
libertad de cada persona para elegir sus lecturas es absoluta.
No estoy diciendo que la cultura de menos calidad o de puro
entretenimiento o de simple consumo rápido haya que eliminarla. Lo que me
parece es que se está apostando en las televisiones por lo fácil. Están
sobrevalorando lo extraño, la novedad y la sorpresa y todo lo que se salga de
este esquema se considera que tiene poco valor para la mayoría de la audiencia.
Y todo esto tiene su
reflejo en la caída de los valores éticos en nuestra sociedad. No son
suficientemente puestos en práctica en muchas situaciones. Es, en parte, el
resultado negativo de una sociedad consumista y hedonista que solo piensa en
consumir de modo rápido y sin pensar mucho.
Pensar y divertirse no
es algo contradictorio. El pensamiento profundo parece que no es bien valorado
por una parte de la gente. No todo en la vida tiene que ser superficial y
ligero y esto es algo que muchas veces se olvida.
La capacidad de
argumentación parece que, en ciertos ambientes, se está perdiendo y es
conveniente formarla y reforzarla. No
vale decir, por ejemplo, que la
filosofía son fantasías y el resto de conocimientos no lo son, porque no es
cierto. La filosofía es pensamiento crítico, analítico y argumentativo. También
analiza la ciencia y sus procedimientos junto con otras tareas que realiza. La ética, la bioética y otras
ramas de la filosofía se aplican a la realidad humana buscando el bienestar
individual y colectivo.
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