Peter Sloterdijk es un
filósofo que ha transformado la filosofía con sus análisis y reflexiones sobre
la realidad posmoderna y digital. Nació en 1947 en Karlsruhe ciudad de
Alemania. Es rector de la Escuela Superior de Información y Creación de su
ciudad natal. También catedrático de la Cultura y de Teoría de Medios de
Comunicación en la Academia Vienesa de Artes Plásticas.
Su producción
filosófica es extensa y abundante. En su libro Temperamentos filosóficos
realiza un recorrido por las actitudes filosóficas de diferentes pensadores
desde Platón a Foucault. No cabe duda de
que cada persona puede escoger la filosofía que más le convence o le interesa y
lo hace, como también decía Fichte, según
el tipo de persona que es.
La forma del mundo ha
cambiado notablemente y de esto es plenamente consciente Peter Sloterdijk.
Insiste en ello en esta obra. De todas formas, es cierto que el cambio social y
cultural es reconocido por numerosos filósofos. Por ejemplo, el filósofo Félix
Duque también manifiesta que parece que ya estamos inmersos en la época de la
imagen, pero resulta que las palabras sirven para interpretar el mundo icónico
en el que estamos viviendo. A mi juicio, la complementación entre las palabras
y las imágenes o entre la escritura y lo audiovisual es posible y necesaria en
el mundo del siglo XXI, sin ninguna duda.
En relación con la
preferencia por unos sistemas filosóficos u otros considero que está bien, pero
es pensable que una actitud ecléctica es beneficiosa para ampliar ideas y
conocimientos y especialmente para estar abiertos a nuevas formas de pensar
desde una profunda coherencia argumentativa.
Se comprende
perfectamente que Sloterdijk celebre la apasionada búsqueda del saber por
Aristóteles y que escriba «Incluso en sus enumeraciones más
áridas y sus distinciones más trabajosas, la obra intelectual aristotélica atestigua una relación original ante el saber
y la alegría».
El afán
generalista en el conocer es un
planteamiento que está en la línea de grandes filósofos ya que la crítica de la
filosofía se aplica a las ciencias, la técnica y la tecnología, así como al
resto de campos del saber. Los genios universales del renacimiento y de los
siglos XVII y XVIII supieron dar unos impulsos enormes al avance de la ciencia
y pusieron las bases de la modernidad.
Un caso muy claro es
el del filósofo Leibniz que escribió 200.000 páginas a lo largo de su vida y
que abarcó todos los conocimientos de su época. Algo que actualmente ya no es
posible, como es obvio. Sloterdijk pone
de relieve la extraordinaria actividad de Leibniz y escribe que mostró «Una actividad competente en todas las direcciones: éste es,
según Leibniz, el modo más seguro, dentro de la limitación humana, de imitar a
Dios, el omnirrelacionante y omniactivo».
Otro de los grandes
filósofos influido en su juventud por el racionalismo de Leibniz fue Kant.
Construyó una nueva y grandiosa teoría del conocimiento y combinó el empirismo
y el racionalismo desde unos planteamientos que expresan la necesidad de los
juicios y las categorías del entendimiento y también de la experiencia. En
relación con el temperamento de Kant dice Peter Sloterdijk que «La pasión de Kant es la reducción de las pasiones a unas
proporciones civiles y la supresión de
todo avasallamiento gracias a una incesante autoafirmación».
Con el idealismo el yo
se diviniza desde la perspectiva de la filosofía de Fichte. La razón
especulativa con Schelling y Hegel alcanzó un vuelo teórico prodigioso, ya que
el idealismo parte de la mente o de la conciencia como creadora de las ideas.
La fenomenología de
Husserl es una especie de idealismo aplicado a las vivencias y a las
intenciones. Sloterdijk considera que el pensamiento racionalista y
teórico de Edmund Husserl adquiere otras formas y contenidos en la teoría de
sistemas.
Indudablemente, la
esencia del ser humano es la libertad. Es lo que protegen las leyes frente a la
violencia y los abusos. Esto lo expresó filosóficamente Jean Paul Sartre en su
filosofía existencialista y fenomenológica. Y al respecto escribe Sloterdijk: «Con una agudeza que lo elevaba a una especie de conciencia
universal, sintió que lo que deshonra a
los seres humanos es ser indolentes, encerrados e idénticos a sí mismos». En efecto, en un mundo como el actual en el que rigen, al
menos en teoría, los valores éticos, la realidad es que la libertad es más
necesaria que nunca.
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