Se nos ha ido un
genial actor. Pero sigue vivo en sus más de setenta películas y en sus
numerosas actuaciones en televisión. En el teatro representó con gran éxito
comedias que gustaron mucho a los espectadores.
Es querido y admirado
especialmente en Gijón y Asturias y también en el resto de España. Siempre
estuvo muy orgulloso de haber venido al mundo en la Villa de Jovellanos. Daba
mucha importancia al esfuerzo y la perseverancia en su tarea artística como
intérprete en su trayectoria profesional durante 68 años.
Destaca, a mi juicio,
en la naturalidad que da a sus interpretaciones y también en la expresión de un
carisma personal que supo emplear de modo magistral en su carrera como actor.
Se comprende perfectamente que su ciudad natal que es Gijón esté tres días de
luto oficial por su fallecimiento. Desde este artículo también transmito mi
enorme dolor por su muerte a su familia y amigos. Es hijo predilecto de Gijón e
hijo adoptivo de Oviedo.
Su actitud de galán
seductor no oculta sus grandes dotes para la alta comedia y su ironía y finura
en la interpretación de sus personajes que le hicieron triunfar en todos los
medios en los que actuó. Fue también empresario teatral y tuvo su propia
compañía. Popularizó la expresión chatina. En televisión una de sus obras con
más éxito fue “Yo soy Brandel”, un “Estudio 1” de 1973. Protagonizó series como
La casa de los líos en televisión.
La muerte le ha
sobrevenido a los 90 años. Cogió su
maleta y se fue desde Gijón a Madrid para intentar ser actor. Llegó a la
capital de España en 1949. Le impresionó la Gran Vía de la capital de España.
Aunque al principio empezó como figurante.
En 1951 ya debutó en el cine con un papel secundario. En los siguientes
años su carrera como actor de cine, televisión y teatro fue magnífica.
Era y es una de las
figuras de la escena o del espectáculo más
conocidas y populares. En una entrevista
que concedió a un periódico de Madrid hace un año en relación con el secreto de
su salud de hierro dijo lo siguiente: «Tener buena salud y una buena carga genética es básico sin
duda, pero no es menos importante mantenerse activo, tener ilusión por lo que
se hace y metas por cumplir… Y no querer darse de baja de nada mientras el
cuerpo no lo impida». Es una fabulosa filosofía de vida
con la que estoy plenamente de acuerdo. Coincido con este gran artista de la
interpretación en que la palabra jubilación en el campo de la creación no tiene
sentido mientras se tenga fuerza o energía suficiente.
Ha recibido numerosos
premios como, por ejemplo, los del Sindicato del Espectáculo al mejor actor
(1961 y 1968), Nacional de Interpretación (1962), Nacional de Teatro Pepe
Isbert (2002) o la Medalla del Ministerio de Cultura al Mérito en Bellas Artes
en el año 2004.
Disfruté mucho con sus
comedias en el Teatro Jovellanos y también con sus series en televisión y sus
Estudio 1. Su capacidad de adaptación, su elegancia, dicción, carisma y tono de voz eran magistrales. También sus
dotes de improvisación si eran precisas. Su completo entendimiento de las
emociones y sentimientos humanos se expresa siempre en sus interpretaciones.
La experiencia que
atesoraba y las tablas que había
conseguido con su continuo trabajo como actor eran las que le convertían en un
mago de la escena, de la representación, del arte teatral.
Fue, en mi opinión, un
actor de raza. Lo que no impide que a través de la observación y de las
instrucciones y consejos de directores, realizadores, etcétera., se fuera
formando en el arte interpretativo y adquiriendo cada vez más soltura y dominio
encima del escenario. Al menos, así lo
imagino.
Entiendo que Arturo
Fernández sintiera que su vida artística y profesional era la interpretación
ante el púbico o ante las cámaras y micrófonos. Era lo que le llenaba y lo que
daba sentido a su existencia.
El teatro es un arte y
permite estar en contacto con el público y hacer reír, llorar o pensar.
Prefería hacer comedia y que los espectadores se divirtieran, ya bastantes
problemas tiene el mundo, si pensamos desde un planteamiento pragmático y
realista. Indudablemente, la actitud de Arturo Fernández muestra un apasionado
gusto por la vida y por la más intensa felicidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario