Ha sido publicado hace
unos meses el libro Escritos sobre ciencia de José Ferrater Mora. Está
compuesto por dos prólogos de Mario Bunge y Victoria Camps y por un estudio
introductorio de Carla Velásquez que aclara y precisa numerosas cuestiones
relativas a la filosofía integracionista de Ferrater y también explicita la
forma de entender las relaciones entre filosofía y ciencia de este filósofo
español fallecido en 1991.
Su entusiasmo por las
ideas o la filosofía fue inmenso y disfrutó plenamente del mismo. Como señala
Mario Bunge «Pero para él vivir no era ir de juerga, sino, principalmente,
trabajar intensamente en lo que le interesaba». Aunque nació en Barcelona se sentía
español y murió en esta misma ciudad. Por circunstancias de la existencia desde
1949 se estableció en Estados Unidos. Y enseñó filosofía en Norteamérica y en
varias universidades americanas y europeas.
La erudición de
Ferrater fue prodigiosa. Poseía una biblioteca particular de decenas de miles
de libros. Su actividad como lector, profesor y escritor fue increíble por la
cantidad de libros leídos y por su producción escrita tanto de filosofía como
de otros géneros.
Entre sus obras
destacan: Diccionario de Filosofía de casi cuatro mil páginas, El ser y la
muerte, Fundamentos de Filosofía, El ser y el sentido, De la materia a la
razón, etcétera.
En 1985 la tarea
filosófica de Ferrater fue reconocida con el Premio Príncipe de Asturias de
Comunicación y Humanidades. Su filosofía puede ser considerada o definida como
racionalista, realista y naturalista. El integracionismo que desarrolló
paulatinamente Ferrater suponía huir de los extremos desde la perspectiva
ontológica y epistemológica y basarse en el sentido común en cierto sentido.
Buscaba planteamientos
intermedios en el campo de la filosofía. Como indica Victoria Camps «Ferrater siempre pensó que esas contraposiciones ni existen
ni explican nada». Prefiere un adecuado gradualismo
por pasos o fases en la explicación de la realidad y de las ideas. Sobre todo
integrando las relaciones y las interacciones que están presentes en la
naturaleza o en el mundo real en el que existimos.
El existencialismo de
la primera etapa de la filosofía de Ferrater Mora es matizado de modo continuo
en sus escritos. También le interesó la filosofía analítica y la filosofía de
la ciencia y de la mente. No le gustaba nuestra civilización industrial por el
consumismo, la contaminación, la violencia, la injusticia social y lo expresó
en sus ensayos filosóficos y también en sus novelas.
Como dice el filósofo
Mario Bunge que era su amigo «Ansiaba instruir y divertir, así como
dejar huella en filosofía y en arte». Y lo ha logrado de forma admirable.
En relación con el modo de entender la ciencia
Ferrater dice: «La filosofía no produce la ciencia,
pero puede coadyuvar a hacerla posible». En realidad, lo que quiere decir es
que la ciencia necesita de la filosofía, tanto en los procesos de investigación
como en la metodología e interpretación de los resultados y sus
consecuencias.
Pone en tela de juicio
los beneficios del textualismo o de jergas muy técnicas en filosofía como, por
ejemplo, las de la filosofía de Hegel o del idealismo alemán en general. Si
bien se deduce de su actitud intelectual que afirma la libertad intelectual
para escribir sistemas filosóficos con la profundidad que se considere
necesaria o adecuada. Es partidario de un cierto representacionalismo que es el
procedimiento característico de la ciencia, ya que busca los fenómenos reales y
los observa y analiza.
En lo referido a la
ética está convencido de que la realidad es la base sobre la que se debe apoyar
la moral y no sobre absolutos artificiales y abstractos. Por tanto, la moral
kantiana no es apropiada, según sus planteamientos, ya que el imperativo
categórico no tiene en cuenta situaciones, casos y circunstancias que pueden
ser muy cambiantes y que afectan a las decisiones morales de los sujetos. En
este sentido, parece que está en la línea de una consideración de la ética
parecida, en cierta manera, a la del justo medio y la prudencia de Aristóteles.
Especialmente, en lo que se refiere, a la valoración realista y razonada de
cada caso concreto para ajustar la conducta a lo más racional en cada momento.
De hecho, los
imperativos hipotéticos representan para Ferrater un modo mejor de aplicar
ciertos principios éticos con prudencia y juicio en la realidad y sin
absolutizarlos. Su ética es material y prudencial. Ajustada a lo que es la
realidad vital y humana en cada época y al bien común.
Las consecuencias
probables de los actos o las conductas
deben ser pensadas con cierta anticipación con el fin de realizar lo mejor que
podamos nuestra existencia. Al menos, es lo que parece derivarse o deducirse de
su actitud respecto a la ética. El interés por el saber y la curiosidad
inagotables de Ferrater también se expresan en el campo de la novela y del
cine.