El libro de Byung-Chul Han titulado
Psicopolítica trata del poder y la
psique.
La ludificación posee un sentido
positivo, si se interpreta, por ejemplo, como una forma de hacer más
interesante y satisfactorio el ambiente de trabajo. Aunque, si se entiende como
una banalización de todo lo que se hace,
como si nada tuviera importancia, se entraría en algo negativo desde el punto
de vista humano.
Desde el entramado de dominación que es
el resultado de las técnicas del poder del capitalismo neoliberal se conforma un sistema de sometimiento al
consumismo imperante en la sociedad de cada estado. Es la tesis afirmada por
este filósofo de Corea del Sur. Aunque los ciudadanos se crean libres, según el
autor, los hombres se someten por sí mismos al entramado de poder que
condiciona y limita sus vidas.
Es indudable que el Big Data pone en
manos del poder y de las empresas una ingente cantidad de datos de los individuos. Lo que supone que de forma voluntaria los
ciudadanos, casi sin darse cuenta, al usar Internet y los dispositivos electrónicos
dan muchísima información sobre gustos, hábitos de consumo, preferencias de
compra, etcétera. Ya existe y es de sobra conocida la existencia de un Big
Brother digital o Gran Hermano que capta y graba los datos de todos, de forma
digital, para su utilización.
Si bien es cierto que los pronósticos
sobre los comportamientos de las personas pueden ser aproximados, pero no
exactos, ya que la espontaneidad en las decisiones no puede ser analizada y
conocida con algoritmos por las técnicas comerciales.
Puede ser verdad que la libre expresión
y la hipercomunicación que se produce en Internet aumenta el control y la
vigilancia de los sujetos, pero esto no presupone que entre en crisis la
libertad como afirma Han. Lo que sucede
es la forma de vida occidental con sus variaciones nacionales o continentales
es previsibles hasta cierto punto.
Con más de siete mil millones de
habitantes y con más de tres mil millones de internautas pensar que la voluntad
de cada persona puede ser reconducida y reorientada en función de los intereses
de las empresas y del poder es erróneo, a mi juicio. Aunque puede haber una
influencia más o menos mayor sobre los comportamientos de muchos, por parte del
poder económico y político que suelen estar integrados.
Según Han la psicopolítica podría llegar
a disponer de una capacidad de control prácticamente ilimitada de los patrones
de comportamiento. Considero que la diversidad de formas de pensar,
conocimientos, educación, caracteres y estilos vitales no hace posible,
afortunadamente, este tipo de control exhaustivo. Está claro que la
creatividad, la originalidad, la diferencia y la diversidad son valores que nos
hacen únicos e irrepetibles y son valores en alza, si queremos respetar y
ejercer nuestra libertad.
Escribe Han que: «Para generar mayor
productividad, el capitalismo de la emoción se apropia del juego, que
propiamente debería ser lo otro del trabajo. Ludifica el mundo de la vida y del
trabajo. EL juego emocionaliza, incluso dramatiza el trabajo, y así genera una
mayor motivación». La existencia cada
vez se parece más a un juego, aparentemente intrascendente. La comercialización
del juego en numerosos aspectos de la realidad está disminuyendo la auténtica
libertad humana.
Como bien dice Han «Las cosas que
requieren una maduración lenta no se dejan ludificar. La duración y la lentitud
no son compatibles con la duración del juego». No tengo nada en contra de
pensar la vida como una especie de juego, pero reconociendo que aunque la
existencia sea efímera, si la comparamos con la duración del Universo, posee un
valor inmenso y lo que se crea en la misma también.
Frente a la vertiginosa sucesión de
acontecimientos de cada día es racional saber que lo realizado o creado por las
personas es resultado de su libertad y de su talento. Y la rapidez de la era
digital no puede oscurecer las creaciones de los sujetos que crean cultura para
el presente y el futuro.
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