Es algo que parece archisabido, pero
aprender a aprender es bueno, porque aumenta el rendimiento.
Actualmente, parece que cierto número de
estudiantes intentan aprender de memoria contenidos sin comprender
completamente lo que están estudiando.
Es evidente que lo principal es entender
las palabras de los temas que se estudian. Y la estrategia o el procedimiento
clásico es buscar la significación de los términos, si se desconoce, o ver
acepciones que pueden poseer los vocablos.
La lectura comprensiva es también una
técnica imprescindible para poder estudiar con más soltura y aprovechamiento.
Existen numerosos libros sobre métodos de estudio más eficientes y todos se
basan en planteamientos pedagógicos y psicológicos similares con diferencias
que no suelen ser muy grandes. Y extraordinarios pedagogos y psicólogos como el
fallecido Bernabé Tierno han dedicado muchas páginas a las mejores técnicas
para estudiar con mayor nivel de retención.
La elaboración de esquemas, mapas
conceptuales, resúmenes, fichas de estudio es de gran ayuda para obtener
mejores resultados en la memorización o asimilación de contenidos.
Ebbinghaus esbozó lo que hoy se conoce
como la curva del olvido que crece exponencialmente si no se repasa lo
aprendido. Si el primer día se retiene un 100% de lo que se estudia el segundo,
si no se repasa, el porcentaje de retención baja a la mitad y en unos días sin
volver a revisar el material de aprendizaje lo retenido baja mucho más.
Está demostrado que con la intervención
de varios sentidos en el proceso de aprendizaje la retención es mayor y
permanece mejor fijada en el cerebro. Por tanto, la visualización de videos y
el uso de audios y ejercicios para aprender son de notable ayuda.
Indudablemente, es esencial el diseño de
un plan de estudio para tener buenos resultados. Saber subrayar las ideas
principales también es fundamental. En cada párrafo existen una idea más
importante y varias ideas secundarias.
Otra cuestión importante y a la que no
se le suele dar mucha importancia es que estudiar temas ampliados da más
profundidad a lo aprendido. De este modo, el estudiante logra disponer de mayor
cantidad de conocimientos.
Es cierto que como escribe Jean Guitton
en su libro El trabajo intelectual: «La mente es una potencia perpleja; cuando
sabe por fin en qué debe
interesarse preferentemente y hacia qué
objetivo debe dirigir su punta, se siente medio aliviada. El más abrumador de
los pesos para el alma es no saber qué es lo hay que hacer». También Descartes
varios siglos antes decía algo similar en su Reglas para la dirección del
ingenio o del espíritu, puesto que insistía en el orden y la correcta
disposición de aquello a lo que la mente se dirige para conocerlo con precisión
y rigor.
Indudablemente, en el estudio las medias
tintas no son lo apropiado. Conviene que los estudiantes se entreguen con
entusiasmo a la labor de aprender. Y esto es aplicable también a la atención en
las clases.
Estar en un aula, sin estar
concentrado para aprehender y
captar lo que se explica, no sirve de
nada. No cabe duda de que el proceso atencional no es el mismo en todos los que
estudian. Al respecto, escribe Guitton: «Igualmente hay que saber que la calidad de las atenciones es diferente:
son pocas las atenciones a la vez plenas y constantes que pueden mantenerse durante dos horas
seguidas». Por tanto, es coherente y comprensible que los expertos digan que es
necesario el establecimiento de cinco o diez minutos de descanso entre cada
hora de estudio aproximadamente. De todas formas, considero que se puede formar
en la tenacidad y la perseverancia en el estudio para que se puedan lograr los
objetivos de aprendizaje deseados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario