Indudablemente, la
perseverancia y la tenacidad son cualidades que hacen posible la consecución de
los objetivos de las personas en el mundo real. Y esto mismo se aplica también
en la enseñanza o en los procesos de formación.
El buen comportamiento
es algo exigido a todos los ciudadanos y también a los alumnos y es algo obligatorio, por
tanto, no es opcional. Los profesores son autoridad pública y se entiende que
lo sean, por numerosas razones que son fácilmente entendibles. Vivimos en una
época en que se ha perdido, en parte, el principio de respeto. Y esto se nota en la sociedad y lo reconocen
los expertos en estas cuestiones.
Es indiscutible que
las sanciones por las malas conductas deben de ser proporcionadas pero duras, si
es necesario, para lograr el efecto deseado que es mejorar la convivencia y las
actitudes, en los casos en que sea absolutamente indispensable.
Ciertamente, la
cultura del esfuerzo está presente en las leyes educativas y es imprescindible
para que en la Enseñanza Media los
estudiantes se formen adecuadamente. Existe un nivel de conocimientos que
tienen que alcanzar los adolescentes y
esto es algo que no puede quedar en un segundo término.
Es verdad que, por
causa de la pandemia del coronavirus, se han flexibilizado, en cierta medida,
los procesos de aprendizaje, pero esto ya está presente en los procesos
formativos o educativos formales y reglados desde hace bastantes años. También
es evidente que los programas de mejora del aprendizaje y rendimiento son
procedimientos metodológicos útiles para reforzar la enseñanza de un cierto
número de alumnos en Secundaria.
Considero que los
estudiantes con semipresencialidad pueden aprovechar las clases y la formación
recibida y que todo depender del interés y la atención de los estudiantes. Otra
cuestión diferente es la autonomía en su proceso de estudio por parte de los
alumnos, que debe ser más potenciada y reforzada en numerosos casos con las
orientaciones de los profesores.
Indudablemente, un
aprobado general encubierto no es una buena estrategia educativa y no se está
produciendo. Lo que si puede suceder es que una parte de los estudiantes
accedan a estudios superiores con déficits curriculares, por diversas causas.
De todos modos, la sociedad exige profesionales bien preparados. Por tanto, los
niveles de exigencia académica en las carreras no pueden reducirse, ya que esto
provocaría claros perjuicios en todos los sentidos. Lo que puede suceder
probablemente es que los jóvenes o una parte de los mismos tengan mayores
dificultades para lograr sus títulos superiores y que esto complique su acceso
a los trabajos para los que han estudiado.
La formación de la
personalidad y los hábitos de trabajo se conforman en buena medida en los años
de formación en los centros educativos y por eso es tan decisivo que los
estudiantes sean constantes y perseverantes en su estudio los años que están en
los institutos. Las clases de 45 minutos
reducen el tiempo lectivo real diez minutos respecto al curso pasado con clases
de 55 minutos.
Y no es poca cosa, ya
que se nota si se multiplican esos diez minutos por el total de clases de cada
curso académico. Si bien es cierto que se puede ir más a lo esencial de lo que
debe ser enseñado y de esta manera impartir una formación de calidad que sea
correctamente asimilada y comprendida por los estudiantes. Para lo que es
necesario también la máxima atención y el adecuado esfuerzo de los alumnos.
Es preciso comprender
que las posibles carencias de conocimientos se pueden resolver con un aprendizaje
amplio y profundo en la universidad y también durante el resto de la vida. Se
vive en la sociedad del conocimiento y esto conviene no olvidarlo y aplicarlo
en la realidad. Es la formación continua sin importar la edad. Cuantos más conocimientos se adquieran mejor.
De este modo, el futuro se debe convertir en un reto a superar con esfuerzo y
no en un temor a posibles consecuencias negativas.
Frente a un sentido
exclusivamente pragmático del saber o del conocimiento y de la superación de
barreras en el logro de las titulaciones es mejor la pasión por saber y
conocer. El placer de aprender e investigar es lo que realmente impulsa al
logro de las metas y de los más elevados propósitos que se materializan con la tenacidad que se
pone en los esfuerzos sostenidos a lo
largo de las semanas, los meses y los años, sin desfallecer.
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