Séneca es un filósofo
estoico nacido en Córdoba en el año 4 a. C. y que falleció
en el 65 de nuestra era. Recibió
una esmerada educación y fue tutor y consejero de Nerón. Escribió abundantes obras filosóficas y literarias y
llegó a ser el ciudadano más rico de Roma.
La producción escrita
de este sabio estoico ha tenido una gran influencia y repercusión a lo largo de la historia. Considera que la
virtud, la razón y la naturaleza deben orientar y dirigir la vida humana. No
está de acuerdo con los planteamientos de Epicuro, aunque no desprecia la
riqueza.
Está convencido de que
la vida intelectual es lo mejor, si bien es consciente de que en su época la
masa o la gente se deja llevar, casi de modo exclusivo, por actitudes
materialistas sin más.
Escribe en su tratado
Sobre la felicidad «Perecemos por el ejemplo de los demás;
nos salvaremos si nos separamos de la masa». Esta frase de este genio de la
retórica es clarificadora, porque afirma que el arte y la cultura suelen ser
patrimonio de minorías y no de mayorías y que las buenas y racionales actitudes y
conductas no suelen ser lo más habitual en su tiempo.
El filósofo
hispanorromano insiste en sus escritos
en la necesidad de vivir racionalmente, ya que el arte de vivir no está
subordinado a la simple imitación de lo que hacen la mayoría de los individuos.
La virtud o la bondad y la reflexión es lo que se necesita para dirigir bien la
existencia y también la prudencia, la resistencia y el coraje para afrontar las
adversidades.
No tiene dudas acerca
del gran valor de la razón ya que escribe: «Es
feliz, por tanto, el que tiene un juicio recto». En este sentido, Séneca de una manera acertada
reitera el extraordinario valor de los buenos pensamientos y de las actitudes
positivas y racionales para el logro de la serenidad de la mente y de una vida
dichosa. Frente a los riesgos y peligros de la existencia que conoció tan bien y de primera mano siempre se mantuvo
firme.
Fue un personaje admirado, pero
también padeció las envidias de una parte de las personas con las que trató.
Gozó de numerosas amistades, pero
también tuvo que soportar la animadversión de
los ignorantes o de los intolerantes.
Conoció muy bien la naturaleza y las
pasiones humanas. Dice Séneca «Asaltad, acometed; os venceré resistiendo». Bellísima
frase llena de profunda sabiduría. Es prácticamente un lema estoico. Su
doctrina estoica se asemeja en un cierto número de aspectos a algunos
planteamientos cristianos básicos. La
religión cristiana también insiste en el valor de la resistencia o resiliencia
como actitud adecuada ante la vida y sus dificultades, retos y complejidades.
Su rechazo al clima social general
existente en la Roma que vivió se muestra en algunos pasajes de sus tratados
morales. Realiza una crítica muy fuerte de las habladurías y la maledicencia y
dice «Observáis las pupas ajenas, y estáis llenos de úlceras». Es similar a la conocida frase de la Biblia
relativa a una paja en el ojo ajeno y
una viga en el propio. Su negación de las burlas y de los desprecios es una
evidente confirmación de su conocimiento de la naturaleza egoísta, malvada y
violenta que aflora en la sociedad del imperio romano.
La felicidad, por tanto, depende de la
razón o de la racionalidad, prudencia y moderación de las personas y también de
su coraje para lograr metas y objetivos vitales. Siempre con una existencia
acorde con la exigencias de la naturaleza, ya que somos animales
racionales.
En definitiva, la vida intelectual que
proponía Aristóteles es parecida a la que también plantea Séneca. Busca un equilibrio entre lo propio del
intelecto y una vida en contacto con la naturaleza y con el disfrute de las
pasiones y del arte de una manera que causa
felicidad.
Su crítica de los placeres se refiere
a los excesos del hedonismo, ya que también Epicuro hablaba de los placeres
moderados y necesarios para una vida agradable. Una de las virtudes que parecen
más necesarias en la existencia es la paciencia
acompañada por la energía y la
fuerte voluntad.
La tranquilidad no debe ser destruida
o disminuida por nada. Este es otro de los principios básicos del estoicismo,
que tan bien supo ejercitar el propio Séneca que se suicidó antes de ser
asesinado por las espadas de la guardia pretoriana del emperador Nerón.
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