En el libro de Richard
Wollheim titulado Sobre las emociones este autor que ha sido profesor de Filosofía de la Universidad de
Berkeley en California desarrolla una
amplia filosofía aplicada.
Es muy útil para el
entendimiento de lo que son las características del mundo emocional. Estudia y
analiza situaciones concretas de la vida social y elabora profundas explicaciones
sobre las causas de los comportamientos y la relación entre emociones,
sentimientos, creencias y disposiciones cognitivas.
Vincula a los deseos
humanos con las aspiraciones de las personas, pero también reconoce que muchos
deseos no se llevan a la práctica y no causan procesos de acción.
Y esto sucede porque
como escribe Wollheim «Estos deseos, al ser nuestros deseos, nos ofrecen razones para actuar pero
se trata de razones que no nos convencen». El anclaje de los deseos en las
realidades en las que estamos inmersos es algo indudable desde una perspectiva
psicológica y filosófica.
Las emociones están
directamente relacionadas con las experiencias de satisfacción o decepción. La
fuerza de las emociones contrasta y es comparable con el nivel de riesgo que
cada persona está dispuesta a aceptar en su vida.
A mi juicio, el mundo
y la vida son realmente emocionantes tomando como base el auténtico ejercicio
de la libertad. El propio ejercicio de las pasiones es fuente de emociones
gratificantes. O como dice Wollheim «
A alguien que esté realmente entretenido le parece que el mundo es un lugar
entretenido. Aquí debemos situar las llamadas emociones sin objeto». Los deseos
tienen la potencia para transformas unas emociones en otras. Las creencias
también pueden hacer que sean más intensas las emociones humanas.
Se puede distinguir entre emociones
fácticas y epistémicas. Estas son el miedo, el terror, la preocupación y la
esperanza. La peor es el miedo ya que en la mayoría de las situaciones proviene
de procesos imaginativos que superan el principio de realidad.
De todos modos, las emociones que
derivan de los hechos son más abundantes: asombro, enfado, alegría, rencor,
tristeza, sorpresa, etcétera. Conocimiento y emociones conforman la
inteligencia humana de un modo extraordinariamente complejo.
Las personas evalúan la realidad que
viven y realizan sus conductas en función de sus valoraciones y esto no hay que
olvidarlo nunca. En el pensamiento de nuestras emociones no siempre nos dejamos
llevar por la pura racionalidad, ya que el mundo de los sentimientos supera las
razones.
El mismo Wolheim indica que «En nuestra vida
emocional, no siempre sentimos que tengamos la razón de nuestra parte». Desde una perspectiva interna está claro que las emociones
están influidas y mediadas por pensamientos casuales, sentimientos, deseos y
fantasías y también por razones y esperanzas. El pensamiento está también
influido por la emoción y viceversa. No son antitéticos.
No se ha afirmado
suficientemente la gran función de la imaginación en las emociones y también en
los pensamientos. Una educación de los sentimientos y las emociones puede
realizarse de múltiples maneras. En cualquier caso, es evidente que un
afinamiento de la sensibilidad es algo deseable para incrementar la capacidad
de sentir mejor y de vivir las emociones de la mejor manera posible.
También la experiencia
es esencial para apreciar el valor de las emociones y para saber modularlas de
formas más plenas y satisfactorias. En un mundo que cada vez es más de sensaciones parece que la utilidad de
las emociones es cada vez mayor.
La integración de la
masa ingente de información que entra por nuestros sentidos cada día
proporciona a los sujetos un rico mundo de impresiones que pueden ser reelaboradas y recreadas con
la imaginación y con la fuerza emocional de cada uno.
En este sentido,
parece innegable que estamos asistiendo a la entrada en la era de las
emociones. La curiosidad y la capacidad de explorar también son potencias que
nos ayudan a emocionarnos con lo que hacemos. Todo lo grande que se hace en el
mundo está impulsado por las emociones en gran medida y también, como es
lógico, por la razón y la racionalidad. La energía de las emociones impulsa a
actuar y a ser activo en la realidad existente y esto es, indudablemente,
esencial.
En definitiva, este
libro del que he comentado algunas cuestiones es una lectura altamente
recomendable para las personas interesadas, en un conocimiento minucioso de lo
que es la filosofía aplicada, en relación
directa con las emociones, sentimientos, creencias, estados mentales y
disposiciones cognitivas. Son lo que da forma a las conductas.
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