En
relación con Adríán el niño que ha sido objeto de comentarios inapropiados en
las redes sociales por su afición a los
toros parece que no hace falta ser antitaurino
para darse cuenta de que no se debe desear la muerte de nadie. Se puede no
estar de acuerdo con el toreo, pero eso no justifica de ninguna manera el que
sea legítimo y razonable desear la muerte a este niño de ocho años al que le
gusta el mundo de la tauromaquia. Me parece lógico que la familia de Adrián
denuncie este tipo de actitudes.
La
libertad de expresión tiene unos límites establecidos por el ordenamiento
jurídico y los jueces correspondientes
son los que determinan lo procedente, si se vulneran las leyes. Toda persona tiene unos
derechos reconocidos y no puede ser que se falte al respeto debido que se
merece todo individuo por el simple hecho de serlo. Se puede discrepar y
criticar todo lo que se quiera, pero no se debe faltar al respeto de nadie.
Los
principios éticos no justifican, en ningún caso, que se desee la muerte de
ninguna persona. Los antitaurinos tienen todo el derecho del mundo de serlo. A
los toros se los puede defender por los cauces legales, pero no es coherente
pensar que la vida de un toro, con todo mi respeto por este bello animal, es
igual o tiene el mismo valor que la de
una persona.
El
derecho a la vida de los seres humanos es inviolable y no admite excepciones. Y
por el hecho de los toreros maten toros no es justificable que se deba desear
la muerte también de ellos, ya que es un planteamiento absurdo. Respecto a Adrián lo que corresponde
es apoyarlo al máximo y que se recupere lo antes posible de su cáncer.
Se
debe respetar a todos, aunque no se esté de acuerdo. Y existen modos
civilizados y educados de realizar comentarios sin necesidad de herir la
sensibilidad de nadie y sin faltar a los demás con una actitud de
desconsideración y desprecio.
Si
se cometen delitos en las redes sociales son investigados por los cuerpos
policiales. Aunque existen unidades especializadas en la vigilancia para evitar
insultos, etc., no es una tarea fácil por la cantidad de usuarios de Internet y
por el inmenso número de mensajes y comentarios que aparecen en las redes más
utilizadas por los internautas.
Una
gran parte de la responsabilidad reside, a mi juicio, en las propias redes
sociales que deberían anular o bloquear, inmediatamente, los comentarios
improcedentes y vejatorios. Mientras esto no se realice de forma más rápida y
eficiente seguiremos asistiendo estupefactos a declaraciones de un tono y un
contenido inadmisible.
Considero
que Twitter tendría que mejorar mucho más su sistema de moderación o
control de los tuits que se suben para
evitar que se publiquen tuits vejatorios o insultantes que no respetan la ley y
suprimirlos o bloquearlos de forma rápida.
La
violencia escrita en las redes sociales es especialmente cruel para las
víctimas de la misma, porque es pública y
notoria. También la violencia verbal es muy negativa, pero lo es de otra
forma, y tampoco debe quedar impune en la sociedad actual, ya que no se debe
consentir.
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