miércoles, 14 de septiembre de 2016

EL SUPREMO INVESTIGA A BARBERÁ



Partiendo del derecho reconocido a la presunción de inocencia, que Rita Barberá sea investigada por un presunto delito de blanqueo de capitales y se le abra  causa penal  por donaciones irregulares al PP es revelador. Esto quiere decir que existen datos y pruebas más que sobradas para iniciar esta vía judicial. Es verdad también que al ser imputada la senadora del partido Popular  puede ser declarada inocente o culpable, pero lo que es un hecho es que contra esta persona se dirige un proceso penal, con lo que eso conlleva a nivel de responsabilidades políticas.
Es entendible, por tanto, que desde el propio PP algunos consideren conveniente la dimisión de Barberá para no perjudicar las expectativas electorales ante unas próximas terceras elecciones, si es que tienen que celebrarse, por no lograrse la investidura en las próximas semanas. Y parece que, si no dimite, el partido Popular tomará alguna decisión.
También Rivera exige la dimisión de Barberá, ya que si no dimite no apoyará otra investidura de Rajoy. Me parece plenamente coherente con el pacto anticorrupción que aparentemente está vigente  según Ciudadanos, aunque Rajoy no haya logrado ser investido como presidente.
El caso Taula en Valencia está siendo muy investigado por las fuerzas de seguridad y por la justicia y ya se posee una ingente cantidad de información sobre las prácticas corruptas. En los medios de comunicación se han publicado ya datos e informaciones esclarecedoras al respecto.
No es necesario que haya sido dictada sentencia, para saber lo que pasó, porque los datos son abrumadores e innegables respecto al ambiente de corrupción que existió durante años en Valencia. Lo que no ha impedido que los ciudadanos hayan seguido dando un gran apoyo con sus votos al partido Popular en esta comunidad autónoma y en la misma ciudad de Valencia.
De todas formas, parece indiscutible que por higiene democrática se impone la dimisión, por lo que acabo de explicar, sin entrar en más disquisiciones y sin aportar más argumentos.
El que la señora Barberá haya sido una figura política de primera magnitud en su partido no la exime de responsabilidades. Si se enroca y no dimite creo que se equivocará gravemente.  De todos modos, la presión política de los partidos en el Parlamento puede ser decisiva para que tome una decisión valiente.

El partido en el gobierno afronta otra causa más de corrupción muy grave que afecta su credibilidad. Lo que los ciudadanos se pueden preguntar es porque fallaron, estrepitosamente, los controles legales para que estos tremendos casos de blanqueo de dinero, etc., se produjeran sin que nadie hiciese nada para evitarlo. Esto es lo incomprensible. Una de las  consecuencias lógicas es que la justicia y la policía han tenido que investigar, intensamente, para descubrir estas tramas de corrupción. Estoy convencido de que se descubrirá toda la verdad y se hará justicia.

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