sábado, 30 de julio de 2016

INVESTIDURA O TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Investidura o Tribunal Constitucional


No es razonable ni legítimo que se reinterprete el artículo 99 de la Constitución, según los intereses de un partido. La interpretación literal es la válida y la única correcta. Y si existen dudas, por parte del gobierno, que consulte al Tribunal Constitucional intérprete supremo del texto constitucional. Ya que le corresponde la interpretación de los preceptos constitucionales.
Lo que no vale es la interpretación a la carta, realizada por miembros del Gobierno en funciones y del partido Popular. Rajoy tiene la obligación constitucional de presentarse a la sesión de investidura, la supere o no. No hacerlo es, a mi juicio, incumplir la Constitución de modo claro e inequívoco. La cuestión de inconstitucionalidad se puede plantear contra actos con fuerza de ley del Estado, etc.
Además, el bloqueo político seguirá, si no hay una primera votación de investidura y no se podrían convocar terceras elecciones, salvo que se malinterprete o deforme la Constitución,  ya que esta posibilidad no está regulada, explícitamente, en el texto de la Carta Magna.
Lo de que el artículo 99 contempla una posibilidad y que, por tanto, no prohíbe otras es una completa falacia. Porque, con este tipo de argumentación se justifica cualquier interpretación jurisprudencial o jurídica de un artículo constitucional.
Un candidato a la presidencia del Gobierno debe cumplir, literalmente, lo que dice la Constitución, porque es su obligación legal. Independientemente, de que le sea beneficioso o perjudicial para su permanencia en el poder. En el caso de Pedro Sánchez aceptó ser candidato y se presentó  a la investidura con el resultado negativo ya sabido. Cumplió lo que dice la Constitución. Aunque era consciente de que iba a perder las votaciones. Desde la perspectiva ética su actitud es perfecta.
Porque el pragmatismo tiene sus límites. No se debe tergiversar la interpretación correcta y literal del artículo 99  con fines políticos. Y parece que se está haciendo. Estamos en un Estado de Derecho, pero si no se celebra la investidura y se convocan terceras elecciones, en mi opinión, se estará realizando algo claramente inconstitucional.
Toda la oposición al partido Popular está defendiendo que Rajoy tiene que exponer su programa y solicitar la confianza,  a través de las votaciones de investidura, gane o pierda.
Considero que el poder judicial no debe permanecer al margen de lo que está sucediendo con esta tergiversación de un artículo constitucional. Debería intervenir de acuerdo con lo que establecen sus funciones y competencias. De lo contrario, la calidad de nuestra democracia se reducirá.










jueves, 28 de julio de 2016

RAJOY Y EL ARTÍCULO 99 DE LA CONSTITUCIÓN

Rajoy  y el artículo 99 de la Constitución

Con el máximo respeto al presidente del Gobierno, puede decirse que su actitud de aceptar ser candidato a la presidencia, y decir que no sabe la fecha en la que se presentará o no a la investidura no es razonable. Porque la Constitución no prevé, que el candidato propuesto, no solicite la confianza de la cámara. Según se lee en los puntos o apartados 1, 2 y 3 del artículo 99 de la Constitución. Y Rajoy acepta intentar formar gobierno, pero no garantiza presentarse a la investidura. Algo que me parece que no está sujeto a interpretación, porque el artículo citado es muy claro, y no deja espacio a dudas y ambigüedades.
Aunque, si ha dicho que, en ningún caso, solicitará la confianza o se presentará a la investidura, si posee los apoyos necesarios,  hasta que no estén aprobados los Presupuestos Generales del Estado, y firmados los acuerdos económicos con la Unión Europea, que será a más tardar el 10 de octubre, ya da indicios de que a mediados de septiembre solicitará la confianza o se presentará a la investidura, si posee los apoyos necesarios. Esta indefinición,  no demuestra sentido de estado, porque está poniendo en duda lo que ordena la Constitución.
También es cierto que Ana Pastor gestionará los plazos y hablará con el candidato para fijar la fecha del pleno de investidura. Y lo más probable es que no consiga el respaldo suficiente para presentarse, en vista de lo que ha sucedido estos últimos meses.
Un país no se puede permitir una espera tan larga. Aunque se quiera justificar con la estabilidad económica. Los presupuestos se podrán prorrogar o aprobar de todas formas, si se celebrara en la primera quincena de agosto la investidura. Y los compromisos económicos con Bruselas que tienen que ser firmados, no justifican el aplazamiento. Se podrían acordar igualmente, si no hubiera más remedio. No parece serio.
Da la impresión de que el presidente del Gobierno se está aferrando al poder, y cree que la mejor estrategia es resistir a toda costa. Ya que tal vez logre gobernar en minoría, con la hipotética abstención del PSOE. Aunque Sánchez haya dicho que votarán no.
Esta actitud de Rajoy también fortalece al líder de los socialistas, porque le da más tiempo, para buscar nuevas salidas a la situación de bloqueo, y refuerza su poder en la dirección de su formación.
Se puede pensar que lo más sensato, era que Rajoy al aceptar la designación del Rey como candidato a la presidencia, hubiera decidido presentarse a la investidura, lo más pronto posible, y no jugar con los tiempos políticos, en beneficio propio y de su partido. Y dejar paso a otro candidato, y si no, ir a terceras elecciones, lo antes posible. Además, ya ha dicho Rivera que no apoyará un gobierno del Partido Popular con Rajoy al frente. Si  bien,  el propio Rajoy ha referido, que Rivera no se lo ha dicho en las conversaciones que han mantenido, por lo que ha expresado en la comparecencia ante los medios de comunicación, para informar de su candidatura a la presidencia, y de que va a intentar formar gobierno, aunque sea en minoría.


lunes, 11 de julio de 2016

CALCULADA AMBIGÜEDAD DE SÁNCHEZ



Parece que en el cónclave del fin de semana pasado Sánchez ha insistido en el no a Rajoy. Y también en que los votos al partido socialista transmiten un mensaje claro y diáfano: el PSOE tiene que ser la alternativa al PP, y más concretamente, al actual presidente en funciones.  Lo que no queda muy claro es, si no apoyar a Rajoy, es compatible con que los socialistas se abstengan en la segunda votación de investidura, y pasen a la oposición. Caben diversas interpretaciones y especulaciones. Esto debería estar claro, sobre todo, para evitar la impresión de superficialidad en la actividad política, y por respeto a los votantes. La incertidumbre no  les agrada.
Si Rajoy no logra los suficientes apoyos en unas semanas, se podría dibujar el escenario de unas terceras elecciones a finales de este año, aunque parezca una broma de mal gusto.
Por otra parte, el debate interno está servido en el partido socialista con declaraciones bien diferentes. Incluso parece que uno de los políticos más significados del partido ha manifestado que, con Sánchez al frente del partido, se pierde un voto por minuto. Lo que es significativo. El mismo Sánchez ha reconocido los malos resultados electorales del PSOE, a pesar de haber evitado el sorpasso de Podemos.
Pero, parece que la mayor parte, de los barones del partido, por no decir todos,  consideran  que hay que permitir un gobierno en minoría del PP. Si bien, también se oyen algunas voces entre los políticos socialistas que piensan que, si Rajoy fracasa en su búsqueda de apoyos políticos para la investidura, le toca el turno de presentarse como candidato a Pedro Sánchez, con un acuerdo o pacto con Unidos Podemos y otras formaciones políticas. Algo que será muy difícil, entre otras razones, por la cuestión del referéndum catalán que defiende Podemos. Salvo que no lo ponga como una condición inexcusable en la negociación de un hipotético pacto de gobierno con Pedro Sánchez.
Según se sabe, ya ha habido intentos de convencer a Sánchez para que tienda puentes de diálogo con Unidos Podemos. Pero, por el momento, con nulos resultados.
Aunque parece ser, según la opinión más extendida, que los socialistas votarán no en la primera votación a Rajoy, y se abstendrán en la segunda votación de investidura, lo que permitiría gobernar en minoría al partido que ha ganado las elecciones.
En la muy reciente visita de Obama a nuestro país, el presidente norteamericano ha insistido en la importancia de la estabilidad política, y de un gobierno fuerte. Y también ha recibido a Iglesias, que le ha regalado un libro sobre los brigadistas estadounidenses, que combatieron contra el fascismo en España.
La habilidad de Sánchez para mantenerse como líder del PSOE es sobresaliente. Es un buen estratega y su equipo también. Podría suceder que pacte con Rajoy una reforma constitucional y electoral siendo convocadas elecciones a mitad de legislatura. De este modo, puede intentar asegurarse que no se produzcan cambios en su partido con la aprobación de los barones. Así puede ganar dos años más en la dirección del partido. Todo esto puede parecer surrealista, pero podría suceder, no es imposible.
Algún comentarista político de prestigio y de probada solvencia, ya considera que sería bueno ir hacia un sistema presidencialista a dos vueltas. Lo que significaría que habría que reformar el sistema electoral en uno o dos años. Así se evitaría que la falta de acuerdos o pactos políticos prolongase durante meses y meses una situación de inestabilidad política con un gobierno en funciones o provisional.
Quizás, esto tenía que haber sido previsto en la redacción de la Constitución, pero se pensó, probablemente, que al ser reformable la Carta Magna, esto mismo, ya abre suficientes cauces legales o normativos de solución.


martes, 5 de julio de 2016

PODEMOS Y LA MODERACIÓN



Parece ser que Íñigo Errejón tenía razón al advertir de los peligros de ir con las siglas de IU a las elecciones, no sumaron votos, los perdieron, ya que no convenció a una parte del electorado de izquierdas. En cualquier caso, el pragmatismo y la moderación es la tendencia de la mayoría social, a la hora de votar.
La refundación o  posible reestructuración de Podemos, quizás tenga que reorientarse, de modo claro, hacia posiciones de reafirmación de la unidad de nuestro país. Y también buscar transmitir mensajes más moderados. Lo que no significa, que tengan que renunciar al cambio social y político, entendido en un sentido progresista y solidario. Hay varios millones de votantes que no comparten el mensaje de Podemos, y es difícil alcanzar el poder, o gobernar con este lastre.
Los análisis de Errejón sobre las causas del mal resultado electoral de Podemos me parecen acertados. Aunque la cuestión es compleja, porque influyen varias causas y factores. Puede ser que se necesite un cambio notable en las estrategias de comunicación de Pablo Iglesias.
Los expertos en comunicación pueden dar orientaciones para que la formación conecte, de mejor modo, con sectores más amplios de la población española. El miedo y la incertidumbre desmovilizan. Lo difícil es transmitir confianza en el futuro y credibilidad. Y no todos los políticos poseen carisma.
Considero que es posible una actitud política, que no se conforme con la minuciosa actividad de gestión política del Congreso, y que también esté abierta a la participación de los ciudadanos y de los círculos. Podemos y sus dirigentes, votantes y simpatizantes creo que deben iniciar un periodo de reflexión y diálogo, con el propósito de encontrar una nueva forma de comunicar sus propuestas.
Según el sociólogo Narciso Michavilla, presidente de GAD3, “El mensaje que primó esta vez fue que un gobierno de izquierdas, alternativo al PP, no era posible porque sus fuerzas políticas no habían sido capaces de ponerse de acuerdo en los últimos meses tras las elecciones de diciembre”. Y, en realidad, se produjo una especie de plebiscito sobre Iglesias. Ya que, una considerable parte de los votantes, tuvieron temor a que fuera presidente del Gobierno el líder de Podemos, en vez de Rajoy.
Y esto, sin perjuicio, de que millones de ciudadanos estimen que son necesarias políticas de cambio progresistas. El arte de persuadir y convencer requiere un profundo aprendizaje, no se logra de cualquier manera. Es necesario comprender muy bien los intereses,  motivaciones y mentalidades de los potenciales votantes.
La fidelización de los votantes no es tarea sencilla, se logra con coherencia y con actitudes que sigan una línea muy clara, sin ambigüedades, ni excesivos matices y cambios de estrategia política. Todavía está por ver, si se forma un nuevo gobierno o se va a las terceras elecciones. Si lo hubiera sería un gobierno en minoría que obligaría a negociar, constantemente, para intentar lograr acuerdos, que, tal vez, no se plasmen en la realidad, por la oposición. Para pasar por esta situación política, quizás, fuera mejor, que se volviera  a las urnas.




LA CAJA DE LAS PENSIONES ES SAGRADA



La hucha de las pensiones, o el fondo de reserva de las mismas se podría agotar a finales de 2017 o en 2018. Se percibe una preocupación generalizada en una parte de los jubilados que temen perder, o dejar de cobrar sus merecidas pensiones, después de décadas de trabajo. Ha habido marchas  de jubilados en alguna ciudad española, por temor a perder sus jubilaciones. Desde la calle se oyen planteamientos reivindicativos. Por ejemplo, que devuelvan el dinero todos los que han robado. O deben embargarse las cuentas que no pagan impuestos, o que no se declaran y están en el extranjero.
También está muy arraigado en la conciencia colectiva que no sigan pagando impuestos los mismos de siempre, para que después de toda una vida de duro trabajo se queden sin jubilación, y, en cambio, los corruptos y los ladrones se vayan de rositas. Es como si también hubieran metido la mano en la caja de las pensiones. Porque han provocado que la falta de dinero haya obligado al Gobierno, desde el año 2012, a retirar del Fondo de Reserva de la Seguridad Social un total de 37.701 millones de euros. El remanente de la reserva se queda en 39.520,46 millones, lo que es muy poco. Se tenía que haber reformado hace años el sistema que regula la recaudación para las jubilaciones, con la finalidad de  evitar esta situación.
Se necesita, urgentemente, una reforma del sistema de pensiones. El envejecimiento poblacional, y la baja natalidad son suficientes razones para realizarla. Si se piensa también en la crisis económica que se viene arrastrando desde hace años se añaden más razones.
La subida de cotizaciones en el sistema de reparto no es lo más adecuado en la financiación de las pensiones. Porque reduciría, muy probablemente, la creación de puestos de trabajo por parte de las empresas. Ya que el peso de los costes laborales sería mayor para los empresarios.
El sistema de capitalización puede ser interesante, a  mi  juicio, para los que poseen mayor poder adquisitivo, o perciben ingresos más elevados, pero no para la mayoría de los ciudadanos con sueldos medios, o no muy altos. Ya que con este tipo de financiación, se acumula dinero con aportaciones de los trabajadores a  las aseguradoras, o a las entidades bancarias. Pero tiene el inconveniente de que no es un sistema solidario. En el momento de la jubilación se puede optar por cobrar de una vez todo el importe acumulado, o disfrutar de una pensión periódica, que los bancos calculan en función de la esperanza de vida, lo cual no es algo muy exacto. Afortunadamente, está aumentando.
Y, por último, está el sistema de impuestos que, en mi opinión, es la solución más justa, equitativa y solidaria. En algunos países, como se sabe, las pensiones están financiadas por los impuestos generales, y no hay cotizaciones.
Considero que se podría buscar un sistema mixto. Seguir con las cotizaciones actuales, y aumentar el Fondo de Reserva de la Seguridad Social y el dinero destinado, directamente, al pago de las pensiones con unos impuestos progresivos, pero, especialmente, exigentes con las grandes corporaciones y empresas y con las grandes fortunas. Todo ello unido a una investigación intensiva, de un mayor número de Inspectores de la Agencia Tributaria, para poner al descubierto las astronómicas cantidades de dinero defraudadas a través de paraísos fiscales, cuentas opacas, blanqueo de dinero, etc., y acabar con la economía sumergida, junto con la aplicación de otras medidas posibles y racionales.


LA FILOSOFÍA ES NECESARIA



El cierre de la Facultad de Filosofía de la Complutense que está esbozado en un plan es, todavía, un borrador a discutir. Sería, absolutamente irracional, que se realizase.  Por ahorrar, supuestamente, en torno a un uno por ciento, no se puede dejar, sin formación de alto nivel, a los alumnos que deseen cursar los estudios de Filosofía.
Porque, si se traslada el grado de Filosofía a  Filología no se respeta la especificidad que requieren las asignaturas, y se pierde calidad de enseñanza. Se infravalora la profundización y la ampliación de los contenidos, si se puede enseñar Filosofía, desde las afinidades académicas de los diversos profesores de otras materias.  
Para mantener el nivel de exigencia y calidad en la formación universitaria se requiere dedicar fondos económicos suficientes para la investigación y la enseñanza. Y la gestión universitaria no justifica que se baje la calidad,  y el nivel de los aprendizajes, y la cantidad de  contenidos que los estudiantes deben aprender.
No es admisible que el mercado laboral dicte como tiene que ser la formación en la universidad. Otra cuestión diferente es que se ofrezcan estudios que estén orientados al mundo empresarial, etc.
Pero no se debe  menospreciar la cualificación científica ni la formación humanística desde la perspectiva de la empleabilidad. Al contrario, es algo muy positivo, ya que el uso de la inteligencia siempre lo es. Si un alto nivel intelectivo, en los posibles empleados, es mal visto por determinada mentalidad empresarial es su problema. El sentido práctico no justifica el rechazo de la teoría, ni mucho menos.
Porque, si la carrera de Filosofía pasar a ser un departamento más de la Facultad de Filología que es ampliada, pierde una gran parte de su peso académico, formativo e investigador. También disminuiría, enormemente, la producción de artículos, libros, tesis doctorales, etc.
La visibilidad pública es imprescindible, y también los recursos propios y la planificación especializada. Una biblioteca abundante y muy especializada es esencial para el óptimo desarrollo de la formación filosófica, sobre todo, de cara  a la investigación, la enseñanza, y a la elaboración de escritos. Y para esto es, absolutamente necesario, que siga existiendo la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.      
Su conversión en un Departamento de la Facultad de Filología crearía un precedente muy negativo, que puede ser continuado por otras universidades. Ya, de por sí, la situación de la Filosofía es difícil, en el panorama de la enseñanza secundaria. Si encima se pretende reducir su presencia en los estudios universitarios, puede acabar desapareciendo del todo.
Menos mal que dice el rectorado de la Complutense que es un borrador y que, por tanto, será analizado, debatido y discutido. Esperemos que imperen el sentido común, la racionalidad y los argumentos coherentes. La arbitrariedad no debe imponerse.
La universidad posee una clara función social, pero eso no justifica, de ninguna manera, que se quiera ningunear al pensamiento riguroso, a la Filosofía. Es, precisamente, lo más necesario para el progreso. Ya que la capacidad de razonar, juzgar, analizar, argumentar, entender, discutir, interpretar, crear, etc., se desarrollan con la enseñanza filosófica. Y todos los ciudadanos tienen pleno derecho a una universidad pública que ofrezca grados y posgrados  de calidad también en Filosofía.
En un periodo de la civilización occidental en el que afrontamos retos extraordinarios por la superpoblación, el hambre, el terrorismo las guerras, etc., es cada vez más útil y beneficioso apostar por la Filosofía, ya que la creatividad y el pensamiento profundo, junto con una gran capacidad de investigar son las palancas que nos pueden sacar del estancamiento, y hacer progresar este mundo que habitamos. La Filosofía se interesa por todo, y aunque sea una disciplina generalista, ya que como dice Gustavo Bueno es un saber de segundo grado que analiza las diversas ciencias y conocimientos,  también fue muy valorada por grandes científicos como Galileo y Newton que se consideraban a sí mismos filósofos.