La conducta es algo muy importante en la vida. Y todas las personas tienen que respetar a los demás. En primer lugar, por educación y también porque no saben los méritos acumulados y las capacidades de los demás. En este sentido, las conductas despreciativas, soberbias, prepotentes, negativas y arrogantes hacia otras personas no tienen cabida en sociedad. Por tanto, las malas actitudes y conductas deben ser modificadas. De este modo, el ambiente social mejoraá considerablemente. Y eso mismo favorecerá una mejor calidad de vida para todos.
Existen diversas técnicas psicológicas para modificar la conducta. En función de las situaciones y de los comportamientos concretos se pueden utilizar unas técnicas u otras o combinar varias. El refuerzo positivo es una gratificación o alabanza por la conducta realizada. Pero también es posible aplicar refuerzos negativos para ir logrando que una conducta inapropiada vaya desapareciendo.
Existe también el
reforzamiento intermitente que suponer apoyar una buena conducta de manera
ocasional. La extinción de una mala conducta en distintas edades se puede
lograr con mensajes o comunicaciones verbales para el logro de la conducta
deseada. El castigo o la sanción es la retirada de un estímulo agradable. Por
ejemplo, que los padres quiten el móvil a un adolescente para que cambie su
comportamiento y sea educado y respetuoso con todos.
Por cierto, sabiendo
que la educación de los padres es fundamental en la niñez y la adolescencia
para que los adolescentes tengan un buen comportamiento es entendible, en mi
opinión, que el Parlamento chino estudie esta semana una legislación para
castigar a los padres, si sus hijos pequeños muestran muy mal comportamiento o
cometen delitos.
Dice Zang Tiewei que
la principal causa de que los adolescentes se comporten mal es la falta de
educación familiar o también que es inadecuada. Y es verdad, está demostrado
por la psicología.
En efecto, los juegos
en línea y la adicción al móvil que supone que muchos adolescentes y jóvenes no
dediquen las horas necesarias a dormir y a estudiar causan graves problemas,
directamente relacionados con un escaso rendimiento en su formación. La
organización de las horas de cada día es necesaria para que los adolescentes no
derrochen el tiempo de una manera escandalosa.
No deben estar jugando
a videojuegos, por ejemplo, durante periodos de ocho horas diarias y luego no
tener tiempo para dormir o estudiar. O estar jugando con el móvil o mandando
mensajes muchas horas cada día sin poder realizar tareas necesarias y hacer
algo de ejercicio y descansar adecuadamente.
La educación no es
solo cosa de maestros o profesores. Es, sobre todo, tarea de los padres y
madres. En los centros educativos lo
lógico y racional es que los estudiantes reciban una enseñanza de calidad
porque vienen a aprender, pero tienen que venir educados de casa. Los colegios
e institutos no son reformatorios, ya que estos son establecimientos
correccionales, en los que se intenta rehabilitar y educar a menores de edad
que han cometido algún delito. En definitiva, se trata de lograr la
transformación de las malas conductas.
Vivimos en una
sociedad relativista y escéptica en muchos aspectos, pero esto no supone que
todo esté justificado. Los valores éticos se tienen que transmitir desde la
niñez y también en la adolescencia en las familias. No se puede dejar toda esa
educación básica de la conducta pendiente del esfuerzo de los demás, como si no
fuera tarea de los padres.
No es una buena
estrategia. Los niños tienen que aprender a comportarse correctamente. Y los
adolescentes también y con mayores motivos al tener más edad. Lo que no vale es
la dejadez y el mirar para otro lado. La responsabilidad de las familias en el
comportamiento de sus hijos es evidente.
En los centros
educativos se puede mejorar la conducta y las habilidades sociales y
comunicativas de los adolescentes, pero tienen que llegar con una educación y
unos modales adecuados de base y ya aprendidos en el ámbito familiar. Es lo
normal. Ciertamente, se puede decir que una considerable parte de los
adolescentes tienen buenos comportamientos, pero no todos muestran una conducta
respetuosa y educada como es su obligación, por otra parte.
Sin duda, queda mucha
tarea por delante en la modificación de la conducta de una parte de los
adolescentes y de los jóvenes y yo diría que también de una parte de los
adultos. Es algo que nos incumbe a todos, ya que todos vivimos en la misma
sociedad. Si queremos que las relaciones interpersonales sean más fluidas y
agradables es preciso partir de actitudes de respeto.
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