Johann Georg Hamann
fue un filólogo y filósofo alemán que está encuadrado en el protestantismo
pietista y que fue amigo y adversario intelectual de Kant. Ambos nacieron en Königsberg en Prusia.
Hamann nació en 1730 y dejó este mundo en 1788 a la edad de 57 años. Fue un
erudito y lector voraz. Hablaba 5 lenguas y disponía de un conocimiento
profundo de otras tres. Se interesaba por todo. Incluso investigó los
jeroglíficos egipcios.
Desarrolló una labor
intelectual brillante y original y destaca también por su capacidad polémica y
discursiva. Respecto a sus libros cabe citar su Memorabilia socráticas de 1759,
Cruzadas del filólogo de 1762 y
Metacrítica del purismo de la razón pura de 1784, etcétera.
Su estilo de escritura
es abstruso y aforístico hasta cierto punto. Las cuestiones teológicas y
religiosas le interesaron especialmente y esto se refleja también en las
cuestiones que trata y en su forma de escribir.
De hecho, para Hamann
la razón no es lo absoluto, ya que considera que es una parte de la total
personalidad de cada individuo. De todas formas, estoy convencido de que es lo
principal junto con el juicio y la capacidad argumentativa.
Calificaba a Kant de
simple abstraccionista y esto, en realidad, no supone que el autor de las
críticas no razonase excelentemente. Ciertamente, la filosofía kantiana no es
un existencialismo o un pensamiento romántico, ya que es un criticismo o
idealismo trascendental. La revolución gnoseológica creada por Kant no tiene
precedentes y esto es preciso destacarlo.
Incuestionablemente,
Hamann escribe desde planteamientos teológicos y existenciales que le acercan a
Kierkegaard y, en menor medida, al irracionalismo de Schopenhauer y de
Nietzsche. Puesto que es una forma de irracionalismo peculiar la que afirma.
Hamann no aceptaba a
Ilustración y la criticó desde el pietismo. De todas maneras, influyó en el
pensar de filósofos de la talla de Goethe, Jacobi, Hegel y Schelling.
Desde la perspectiva
de Hamann lo realmente decisivo es la voluntad, el sentimiento y sobre todo la
acción. Son palabras que suenan como muy actuales, ya que empoderan al
individuo concreto frente al azar de la existencia y potencian la libertad de
los seres humanos, en la realización de
su propósito vital a lo largo de los
años.
Es uno de los
filósofos que impulsó el Romanticismo alemán. Su actitud revelacionista manifestaba que la historia era
el resultado de la revelación divina. Esto era una clara muestra de
espiritualismo idealista que no responde
a la realidad de los hechos empíricos. En cuanto al origen del
lenguaje también consideraba que era
definible un origen revelado o divino del habla y la escritura en los seres
humanos. Con la perspectiva de lo que se investigó en los siglos XIX, XX y XXI
es evidente que los misterios sobre el surgimiento del lenguaje ya no son
tales. Aunque es cierto que todavía queda mucho por investigar, pero los rasgos
fundamentales ya se conocen.
De todos modos, acertó
plenamente al decir que el lenguaje es una capacidad simbólica adelantándose a
otros pensadores posteriores. También afirmó que la pintura y el canto eran
anteriores en el tiempo al habla y la
escritura, algo que es posible, sobre todo si se piensa en el lenguaje escrito.
Como indica el
eminente profesor José Luis Villacañas Berlanga en el epílogo del libro de
Hamann: Memorables reflexiones socráticas y otros textos «Hamann jamás contempló la posibilidad de que
los amigos también quisieran alterar el curso de sus propias ideas».
Hamann se veía como un nuevo Sócrates
que aguijoneaba a otros pensadores de su tiempo con sus comentarios
críticos. Pero lo hacía de tal manera
que seguía conservando la amistad de los mismos. Su habilidad expresiva era
excelente y eso también le facilitó su tarea crítica y también causó polémicas
que pudieron ser de utilidad para la filosofía y teología de su tiempo.
Escribe Hamann que «Platón hace de la
pobreza de Sócrates un signo de su misión divina». Es entendible, ya que este
planteamiento concuerda perfectamente con el intelectualismo moral y con el
idealismo. Además, es la expresión de un sentido similar al propio del
cristianismo que surgió cuatro siglos después. El ascetismo de los pitagóricos
es otra forma de buscar la coherencia interna y la unión con lo divino y con la
armonía celestial del Universo o con la divina música de las esferas.
Hegel apreciaba mucho el pensamiento
de Hamann y lo analizó y difundió todo lo que pudo. La espontaneidad y los
brillantes hallazgos conceptuales de Hamann le dan una fuerza
y un vigor inmenso a sus libros. Se pueden leer para conocer los entresijos intelectuales del
siglo XVIII que está en la base de lo
que se conoce como la Modernidad.
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