jueves, 26 de agosto de 2021

FLAUBERT

 


La correspondencia de Flaubert es muy extensa y ofrece un conocimiento de primera mano del carácter y de su actitud ante la escritura y la propia vida. A lo largo de su existencia este gran novelista que es un clásico de la literatura universal escribió con una gran calidad ya que pulía al máximo todo lo que ponía en negro sobre blanco.

Se conmemora el bicentenario de su nacimiento ya que fue en 1821. Su fallecimiento ocurrió en 1880 a la edad de 58 años. Siempre fue un gran lector además de escritor. Se conservan y han sido publicadas 4.488 cartas que pueden consultarse en la edición electrónica de la Universidad de Ruán. 

En realidad, todas las cartas y notas que se escribieron en su vida ocupan 6.000 páginas y todavía no están editadas en papel y en varios volúmenes. Gustavo Flaubert fue un gran observador de la realidad humana y social de su tiempo. 

Se consideraba también un pensador. Le interesó la filosofía. Leyó a Spinoza ya otros y tenía especial interés por El Quijote. Admiraba, por ejemplo, a Víctor Hugo y así lo relata en una de sus cartas ya escribe que al conocerlo «Ahí estaba, sin embargo, el hombre que más ha hecho palpitar mi corazón desde que nací».

En efecto, los sentimientos y emociones que creaban las novelas de Hugo, Alejandro Dumas, Dickens y otros maravillosos y todavía nos siguen conmoviendo, porque la naturaleza humana no ha cambiado, incluso considerando el tremendo avance tecnológico de los siglos XX y XXI.

El afán por vivir y disfrutar de la manera más intensa la existencia aflora en sus cartas ya la vez muestra un cierto desencanto, en relación con el mundo humano en el que vivió. Escribe Flaubert: «Desprecio demasiado a los hombres como para hacerles algo bueno o malo». Conocía muy bien las virtudes y defectos de los seres humanos de su tiempo y por eso se muestra tan escéptico. Es partidario de la verdad frente a las mentiras y las manipulaciones y considera que el Arte es lo que nos hace felices en buena parte.

Quiso formarse más estudiando griego y reflexionó en su correspondencia sobre muchas cuestiones.   En relación con la resurrección escribió «Creo que el dogma de una vida futura fue inventado por el miedo a la muerte   o por las ganas de agarrarse a algo».

Como se puede ver se expresa como un pensador, que conoce muy bien las costumbres humanas y las formas de pensar de sus coetáneos. Además, este tipo de consideraciones son extrapolables a la actualidad. Su nihilismo existencialista se plantea dudas casi acerca de todo.

Escribe «Creo que podría hacer cosas buenas, pero siempre me pregunto para qué». Esta frase es una manera de pensar en alto de Flaubert ante las complicaciones del proceso de la escritura, ya que buscaba en sus novelas un estilo y un tono que llegó a lograr.

El relativismo y escepticismo que se observa en sus cartas proviene o se deriva, a mi juicio, de una profunda conciencia del paso del tiempo, que todo lo va cambiando. Escribe «Cada vez que veo a un niño, pienso que se convertirá en un viejo y una cuna me evoca siempre una tumba».

Incluso aparece en su correspondencia la transformación del yo con el transcurrir del tiempo y los distintos estados mentales y sentimentales de los hombres y mujeres. Conoce extraordinariamente bien la dicha y la desgracia humana, en todos sus detalles. Es el material de base que explora para dar forma a los relatos novelísticos que compuso durante su vida.

Está convencido de que con una voluntad perseverante, como hizo el mismo, se llega   a lo estimable. Flaubert sintió a través de la pluma. Para Buffon genio y paciencia vienen a ser lo mismo y el gran escritor francés está totalmente de acuerdo. Se puede decir que el éxito es el resultado de un conjunto de esfuerzos y esto lo sabía también Flaubert.

Aunque era perfeccionista al escribir también reconocía que la espontaneidad y la autenticidad eran valores esenciales. Es sabido que Virgilio al morir quería que quemasen La Eneida. Porque, pensaría que podría haberla escrito mejor. De todos modos, afortunadamente se ha conservado para la posteridad.

En las cartas publicadas en papel se nota también como fueron los procesos creativos de Flaubert a lo largo de décadas hasta su muerte. También aparecen datos y consideraciones que, aunque no constituyen unas Memorias, se le parecen bastante. 

Es indudable que en su correspondencia se manifiesta el amor a la vida y la escritura que ocupó su poderosa mente. Muchas de las cosas que dicen en sus cartas podrían ser dichas ahora mismo con todo sentido, a pesar del tiempo transcurrido.

ARTÍCULO: 1.114

 

jueves, 19 de agosto de 2021

ESPECTÁCULO



Vivimos en la sociedad del espectáculo desde hace décadas. Desde hace unos años con Internet, las redes sociales y los móviles el parecer está intentando superar o sustituir a la verdad ya la realidad. Pero nunca lo conseguirá.

Un gran crítico de la sociedad actual es el filósofo Guy Debord que en su libro Comentarios sobre la sociedad del espectáculo realiza una crítica profunda y extensa de la expansión de la mentira, la exageración y las falsedades en el mundo real. Debord nació 1931 y falleció a los 62 años en 1994.

Francia lo considera como uno de los grandes pensadores del siglo XX   y también de su historia y no es para menos. Era brillante escribiendo y pensando y también era muy profundo en los análisis que realizó a lo largo de su trayectoria intelectual.

Escribe Debord que « la severa lógica del espectáculo domina por todas partes   la creciente diversidad de las extravagancias mediáticas » . Y esto lo decía   a finales de los años 80 del siglo XX. ¿Qué diría ahora en 2.021? Está claro que vería una situación social mucho peor de la que él llegó a observar.

Al señalar que vivimos en la etapa de lo espectacular integrado es necesario tener en cuenta varias cuestiones como son el presente perpetuo, las falsedades sin respuesta que inundan los medios y,   en bastantes casos, la manipulación de la información. Se echa de menos una mayor formación de una parte de la opinión pública según Debord, de forma general.

No extraña que escriba « lo verdadero ha dejado de existir en casi todas las partes o, en el mejor de los casos, se ha visto reducido a la condición de una hipótesis que no puede demostrarse jamás » .   Especialmente por la falta de respuestas o contestaciones adecuadas en los medios, que afirmen lo cierto frente   a lo falso de una manera constante.

En la sociedad de hoy en día parece que lo instantáneo es lo único válido, valioso y que merece la pena y esto es algo absolutamente falso. Las argumentaciones son esenciales en la interacción interpersonal y en los procesos de comunicación, pero en la sociedad líquida o del espectáculo todo es apariencia y simulación. Lo insignificante no es valioso. En la cultura del espectáculo lo superficial no debe ser lo mejor.

También está el problema de la censura mediática a los creadores que limita la libertad de los mismos, ya que son reemplazables. La importancia de la lógica es infravalorada en una parte de la sociedad  frente a lo espectacular de la apariencia. Se comprende que Debord escriba « Pues la conversación está muerta, y pronto estarán muertos muchos de los que sabían hablar » .

Lo ilógico y la autoridad no deben ser la base de la realidad social y humana. Es imprescindible que la gente sepa distinguir al instante lo que es importante y lo que no. Esto parece que se está perdiendo. 

La enfermedad de la irrelevancia o falta de lógica según Debord « ha sido inoculada a la población y deliberadamente   y en grados dosis por los anestesistas-reanimadores del espectáculo » . Los peligros de la manipulación de la información son evidentes. En relación con la contaminación por residuos radiactivos y por causa de las centrales nucleares  Debord pone el ejemplo de Francia. Y   es que la radiactividad aunque sea baja puede ser dañina   sea ​​del orden del uno por mil o del uno por cien en unos kilómetros a la redonda de las centrales que operan con energía atómica.

Se escucha sobre todo el discurso de la mercancía y del consumo masivo. Actualmente, parece que no hace falta pensar y siempre es muy necesario para poder vivir mejor y de la forma que se quiere, sin condicionantes que pretenden limitar la libertad individual y la privacidad.

Por ejemplo, la estrategia de producción tiene que estar en sintonía con la protección del medio ambiente. Como dice Guy Debord no es racional una llamada al realismo como la siguiente: « Sería muy peligroso basar una estrategia industrial en imperativos ambientales » . 

Como conclusión cabe decir que es esencial el desarrollo de una capacidad crítica y de argumentación que evite las falsedades, los prejuicios y las exageraciones que deforman la auténtica realidad de las cosas y de las situaciones. 

Analizar todos los matices fundamentales de las cuestiones que se pueden problematizar   en la vida cotidiana es un ejercicio útil y beneficioso. No es necesario ninguna clase de censura. Ya es suficiente con el ordenamiento legal existente que es interpretado por los juristas y los tribunales correspondientes. El uso del entendimiento y de la lógica parece que es una de las tareas pendientes, en una parte de la sociedad de la imagen en la que vivimos.

ARTÍCULO 1.113

 

jueves, 12 de agosto de 2021

HAMANN



Johann Georg Hamann fue un filólogo y filósofo alemán que está encuadrado en el protestantismo pietista y que fue amigo y adversario intelectual de Kant.  Ambos nacieron en Königsberg en Prusia. Hamann nació en 1730 y dejó este mundo en 1788 a la edad de 57 años. Fue un erudito y lector voraz. Hablaba 5 lenguas y disponía de un conocimiento profundo de otras tres. Se interesaba por todo. Incluso investigó los jeroglíficos egipcios. 

Desarrolló una labor intelectual brillante y original y destaca también por su capacidad polémica y discursiva. Respecto a sus libros cabe citar su Memorabilia socráticas de 1759, Cruzadas del filólogo  de 1762 y Metacrítica del purismo de la razón pura de 1784, etcétera.

Su estilo de escritura es abstruso y aforístico hasta cierto punto. Las cuestiones teológicas y religiosas le interesaron especialmente y esto se refleja también en las cuestiones que trata y en su forma de escribir.

De hecho, para Hamann la razón no es lo absoluto, ya que considera que es una parte de la total personalidad de cada individuo. De todas formas, estoy convencido de que es lo principal junto con el juicio y la capacidad argumentativa.

Calificaba a Kant de simple abstraccionista y esto, en realidad, no supone que el autor de las críticas no razonase excelentemente. Ciertamente, la filosofía kantiana no es un existencialismo o un pensamiento romántico, ya que es un criticismo o idealismo trascendental. La revolución gnoseológica creada por Kant no tiene precedentes y esto es preciso destacarlo.

Incuestionablemente, Hamann escribe desde planteamientos teológicos y existenciales que le acercan a Kierkegaard y, en menor medida, al irracionalismo de Schopenhauer y de Nietzsche. Puesto que es una forma de irracionalismo peculiar la que afirma.

Hamann no aceptaba a Ilustración y la criticó desde el pietismo. De todas maneras, influyó en el pensar de filósofos de la talla de Goethe, Jacobi, Hegel y Schelling.

Desde la perspectiva de Hamann lo realmente decisivo es la voluntad, el sentimiento y sobre todo la acción. Son palabras que suenan como muy actuales, ya que empoderan al individuo concreto frente al azar de la existencia y potencian la libertad de los seres humanos,  en la realización de su  propósito vital a lo largo de los años.

Es uno de los filósofos que impulsó el Romanticismo alemán. Su actitud  revelacionista manifestaba que la historia era el resultado de la revelación divina. Esto era una clara muestra de espiritualismo idealista que no responde  a la realidad de los hechos empíricos. En cuanto al origen del lenguaje  también consideraba que era definible un origen revelado o divino del habla y la escritura en los seres humanos. Con la perspectiva de lo que se investigó en los siglos XIX, XX y XXI es evidente que los misterios sobre el surgimiento del lenguaje ya no son tales. Aunque es cierto que todavía queda mucho por investigar, pero los rasgos fundamentales ya se conocen.

De todos modos, acertó plenamente al decir que el lenguaje es una capacidad simbólica adelantándose a otros pensadores posteriores. También afirmó que la pintura y el canto eran anteriores en el tiempo  al habla y la escritura, algo que es posible, sobre todo si se piensa en el lenguaje escrito.

Como indica el eminente profesor José Luis Villacañas Berlanga en el epílogo del libro de Hamann: Memorables reflexiones socráticas y otros textos «Hamann jamás contempló la posibilidad de que los amigos también quisieran alterar el curso de sus propias ideas».

Hamann se veía como un nuevo Sócrates que aguijoneaba a otros pensadores de su tiempo con sus comentarios críticos.  Pero lo hacía de tal manera que seguía conservando la amistad de los mismos. Su habilidad expresiva era excelente y eso también le facilitó su tarea crítica y también causó polémicas que pudieron ser de utilidad para la filosofía y teología de su tiempo.

Escribe Hamann que «Platón hace de la pobreza de Sócrates un signo de su misión divina». Es entendible, ya que este planteamiento concuerda perfectamente con el intelectualismo moral y con el idealismo. Además, es la expresión de un sentido similar al propio del cristianismo que surgió cuatro siglos después. El ascetismo de los pitagóricos es otra forma de buscar la coherencia interna y la unión con lo divino y con la armonía celestial del Universo o con la divina música de las esferas.

Hegel apreciaba mucho el pensamiento de Hamann y lo analizó y difundió todo lo que pudo. La espontaneidad y los brillantes hallazgos conceptuales de Hamann le dan una  fuerza  y un vigor inmenso a sus libros. Se pueden leer  para conocer los entresijos intelectuales del siglo XVIII  que está en la base de lo que se conoce como la Modernidad.

 ARTÍCULO 1.112

 

jueves, 5 de agosto de 2021

ESTADO SOCIAL



Ya en los siglos XVIII y XIX se consideraba que era necesario un estado social y de derecho. No en vano la Revolución francesa cambió la situación política y causó una gran repercusión en el mundo occidental.

Fichte en su libro El Estado comercial cerrado del año 1800 publicado en Alemania afirma la necesidad de un gobierno y una política racionales para que se pueda lograr el bienestar de todos los ciudadanos. Detalla en su libro lo que debe ser un Estado ideal. Parte de las condiciones de la Europa de su tiempo y también está a favor de un cierto cosmopolitismo. Estos planteamientos pueden ser pensados desde su idealismo ético. Indudablemente, este gran filósofo alemán que murió en 1814 a los 51 años de edad, propone la introducción de la razón en la historia y en las decisiones políticas. La idea de libertad es también esencial no solo para cada ser humano sino también para la convivencia social de los ciudadanos de cualquier país. Para Fichte el ser humano se define por su actividad y no tanto por el ser, ya que la acción es lo que cambia la realidad, en todos los sentidos pensables.

Este pensador idealista se solidariza con los oprimidos y reafirma los ideales de  libertad, igualdad y fraternidad. En definitiva, sus valores democráticos le impiden aceptar la injusticia y la pobreza. Quiere realizar una revolución pacífica, como también señala Jaime Franco Barrio. Fichte criticaba el absolutismo monárquico de su época.

Como escribe Fichte «El objetivo de toda la actividad humana es el de poder vivir: y a esta posibilidad de vivir tienen el mismo derecho todos aquellos  a los que la naturaleza trajo  a la vida». Lo que se deduce de esto y así lo afirma el mismo pensador alemán es que todos los individuos tienen que disponer de los medios suficientes para subsistir. En los tiempos actuales, con el extraordinario desarrollo de la ciencia y la tecnología, esto es realmente posible con una adecuada y racional política redistributiva. En tiempos de Fichte podría ser más difícil aunque alcanzable.

Es posible, por tanto, un Estado racional  que garantice la equidad pública. En consecuencia, las leyes o el ordenamiento jurídico de los Estados deben  fundamentarse en el respeto a los derechos de todos. Y se comprende perfectamente que Fichte diga lo siguiente: «No se ha tenido en cuenta el deber fundamental del Estado: ante todo poner a cada uno en la posesión de lo que le corresponde».

Es parecido a lo que escribió en sus obras Jovellanos, que fue coetáneo de Fichte.Los principios de la Ilustración son compartidos por ambos pensadores europeos. El filósofo germano también  critica la anarquía del comercio y pretende que se establezca una mejor regulación del mismo. En este sentido, se puede decir que Jovellanos está en una línea de pensamiento similar. La anarquía política es otro obstáculo para el logro de un Estado racional.

La filosofía ética y política fichteana nos sirve para pensar que la política de los gobiernos estatales tiene que dirigirse prioritariamente al bienestar general, porque es la tarea principal. Si esto no se hace suficientemente, lo demás no mejora y se refuerza o mantiene la desigualdad, la marginación, la exclusión y la pobreza.

El que una buena parte de los Gobiernos no se centren de verdad y con todos sus medios en resolver la enorme injusticia social existente significa que no están haciendo bien su labor política.  Así de claro y rotundo. Si a esto se añade el problema de la corrupción económica y política sobran los comentarios o mayores explicaciones.

En relación con el trabajo escribe Fichte «Dicho brevemente: el objetivo de todo trabajo, además de satisfacer nuestras necesidades vitales, es el de permitirnos vivir algún día a nosotros mismos y a nuestros seres queridos de la renta del mismo». Es un enfoque social que concuerda con los principios de los Derechos Humanos actuales y con la idea de un Estado del Bienestar.

El Gobierno de cada Estado debe tener en cuenta que gobierna para todos los ciudadanos y tiene que promover con sus leyes y decretos que se garantice la justicia tanto en el ámbito laboral como en los restantes campos de su actuación. 

Los impuestos son decisivos para la justicia social. El pago de los mismos está en directa relación con las rentas de los ciudadanos. Al ser progresivos nadie se verá perjudicado de forma objetiva por los impuestos.

El derecho al ingreso mínimo vital junto con un derecho a cobrar el paro mientras no se encuentre trabajo deberían ser las medidas estrella para acabar con la exclusión social y la pobreza, junto con otro conjunto de medidas de protección social y económica.

ARTÍCULO 1.111