martes, 29 de junio de 2021

NECESARIA FILOSOFÍA



En el libro de la filósofa y escritora Ayn Rand titulado Filosofía: quién la necesita se tratan numerosas cuestiones esenciales para comprender que estamos filosofando constantemente.

Lo fundamental es pensar correctamente y con profundidad. Indudablemente, la búsqueda de la felicidad es uno de los propósitos de la vida humana. También lo es el desarrollo de proyectos y la producción o realización de los mismos y se puede afirmar que la razón es clave en la existencia. Estos presupuestos vitales también son afirmados por Rand en su objetivismo filosófico.

Aunque una parte de los seres humanos pueden no estar interesados por la filosofía, en realidad, son los que más la necesitan para organizar sus vidas y vivir mejor. Porque como escribe Rand: «el entrenamiento filosófico le da al hombre la postura intelectual adecuada: un control orgulloso y disciplinado de su mente». En efecto, aunque Rand murió en 1982 en Nueva York sus palabras y sus ensayos siguen plenamente vigentes en el siglo XXI. Diría que más que hace décadas.

Evidentemente, las emociones son necesarias en la existencia, no se debe supeditar todo a las mismas. La razón debe guiar y dirigir las acciones humanas de un modo considerable. Así lo piensa también esta filósofa.

El conocimiento de causas y consecuencias forma parte de la racionalidad de las personas, en todas las circunstancias de la realidad humana. Como escribe Rand «la mayoría de los hombres pueden darse a sí mismos sólo algunas respuestas primitivas y superficiales».

No cabe duda de que antes de hablar las personas deben saber e informarse adecuadamente, pero esto no sucede en numerosas ocasiones. También es cierto que existen muchas personas juiciosas y racionales.

La filosofía enseña a razonar y a buscar la verdad siempre. También a argumentar lógicamente. El desarrollo de la capacidad reflexiva y argumentativa es absolutamente necesario para que la sociedad funcione mejor. Y todo esto partiendo del respeto total a la diversidad y a las diferencias individuales.

Lo normal es algo relativo, ya que existen infinitas formas de ser persona. Los genios a veces han sido calificados de anormales y no es cierto. Los genios son superiores intelectualmente a la masa que vive superficialmente.

La sociedad está llena de prejuicios o falsas ideas y contra esto lucha la filosofía. Los Derechos Humanos son el marco de convivencia que nos hemos dado en las sociedades occidentales y esto no debe olvidarse nunca.

La violencia, la agresividad, las guerras, la marginación, el desprecio, y la intolerancia derivan de la falta de inteligencia y de pensamiento profundo y extenso, en definitiva, de la carencia de una reflexión filosófica.

Por tanto, cada vez se necesita más a la filosofía en la enseñanza de las nuevas generaciones en todo el mundo. Y esto es aplicable también a los adultos independientemente de la edad y las circunstancias vitales. Esto no está reñido con la puesta en actividad de las emociones y los sentimientos en una existencia intensa y plena. Todo desde una actitud que parta de la prudencia para prolongar lo más posible una vida saludable.

La filosofía es una ciencia humana o social que profundiza en la psicología humana y también en los aspectos éticos y bioéticos que tan esenciales son. Con el avance de la ingeniería genética surgen muchas cuestiones que pueden ser objeto de discusión crítica, por parte de los expertos y también por los ciudadanos.

El respeto y la tolerancia junto con la igualdad, la libertad y la justicia deben ser los ejes que muevan a todas las personas en todas sus conductas. Las leyes son la garantía de que los derechos individuales se tienen que respetar de modo total.

La filosofía nos permite juzgarlo todo y también analizar infinidad de aspectos de todo tipo, ya que nada humano le es ajeno a la reflexión. Una vida sin examen no merece ser vivida. Las posibilidades que ofrece la vida son innumerables y está  en la mano de cada uno aprovechar las que pueda o no. Esto depende de las intenciones y pensamientos de cada uno. La libertad es uno de los principios o elementos básicos de las formas de vida y seguirá siendo así.

Se puede construir en los próximos años y décadas una nueva sociedad digital en la que se consiga una mayor calidad de vida para todos y una desaparición de la pobreza y la exclusión. La solución también está en ejercer una actitud filosófica que potencie la bondad, el saber  y la racionalidad individual.

ARTÍCULO 1.106

lunes, 21 de junio de 2021

INFINIDAD



El veloz transcurrir del tiempo parece acrecentarse en pleno siglo XXI. Vivimos en una era líquida y digital en la que infinidad de estímulos y sensaciones nos envuelven y rodean.

La realidad humana se acelera cada vez más y se transforma en una especie de carrusel sin fin ni propósito. La meta o a finalidad última es la comodidad  o la maximización de la libertad satisfecha, en casi todas las situaciones y circunstancias.

Todo se supedita a la vivencia intensa de un presente que no tiene término, pero que conduce al futuro y solidifica el pasado de una manera superficial.

Se está entrando en unas nuevas concepciones de la existencia, que dejan de lado el pensamiento profundo y extenso y el análisis crítico y minucioso de la realidad en la que estamos inmersos. Es un cambio civilizatorio de primera magnitud. Es una nueva etapa de la humanidad.

Hegel en su Filosofía de la Historia también reconoce la  fugacidad de todo y escribe: «Todo parece pasar y nada permanece». Es algo que se puede calificar como una especie de duelo, ante el poderío absoluto de la muerte y del tiempo sobre todas las cosas y sobre los seres humanos. Lo que no impide que cada persona, consciente de su finitud, se esfuerce y persevere, de modo libre, en lo que quiere hacer con su vida y en lo que desea lograr en la misma.

Como también afirma Hegel «Es un duelo que no deplora pérdidas personales ni la caducidad de los propios fines, como sucede junto al sepulcro de las personas queridas, sino un duelo desinteresado por la desaparición de vidas humanas brillantes y cultas».

La infinidad de posibilidades que pueden crear y desarrollar las personas a lo largo de su trayectoria vital ha aumentado con los dispositivos tecnológicos de una manera formidable. Y esto se nota con más claridad, si se analiza el pasado reciente y se compara con hace más de 40 años. En este orden de cosas la creatividad se ve potenciada por las extraordinarias posibilidades de difusión por medio de Internet.

También es cierto que la inmensa cantidad de contenidos que circula diariamente a través de Internet para miles de millones de usuarios de todo el planeta, causa una cierta dispersión de lo que se puede ver, leer y escuchar, pero es una de las condiciones inevitables de la inmensa cantidad de información que está presente para todos en el mundo digital. En los próximos años el número de contenidos aumentará exponencialmente, por la mejora de las redes de comunicación y de los dispositivos electrónicos y también por el aumento de los internautas que acceden a Internet.

De todas formas, también hay que reconocer que la democratización del saber nunca ha estado tan presente y al alcance de todos como ahora. La conexión a Internet abre las puertas a un universo de conocimientos impensable hace unas décadas.

La adecuada utilización de los medios tecnológicos es otro de los grandes retos que se plantean en la actualidad. En este sentido, estoy convencido de que existe la necesidad de formación y educación especialmente para las nuevas generaciones.

Aunque también es cierto que cada vez se observa una mayor dispersión social en todos los sentidos. Lo que significa que los espacios culturales y también los de entretenimiento son crecientemente más dispares y diferentes. Ante una oferta de miles o de millones de posibilidades de espacios de  cultura o de diversión, los gustos se diversifican y atomizan de tal forma que casi todo parece perder sentido y profundidad.

Vivimos en la sociedad del fragmento y esto produce muy graves consecuencias para las mentes humanas. Los niveles de lectura están bajando y la apreciación y disfrute de grandes obras culturales de todo tipo también se resiente. Una minoría sigue disfrutando con la alta cultura, pero una gran parte de la población solo accede a la cultura masificada y superficial. Y suele triunfar más precisamente lo que no es profundo. 

Estamos asistiendo a un cambio de paradigma sin parangón. Lo más banal y lo chocante y sorprendente es lo que suele gustar frente a los contenidos de más calidad y más elaborados y profundos. Aunque también es cierto que una considerable parte de las personas siguen valorando la calidad cultural y el arte en los contenidos que se crean continuamente.

La ilimitada libertad creativa es algo a destacar, porque contribuye a la riqueza cultural que existe en el planeta y que se incrementa constantemente a lo largo de los años.

(ARTÍCULO 1.105)

 

 

 

 

 

 

sábado, 5 de junio de 2021

ÉTICA DEL CUIDADO



En los tiempos de pandemia en los que aún vivimos es absolutamente necesaria una ética solidaria y compasiva.  Siempre es apropiada la insistencia en el valor de los Derechos Humanos y en su cumplimiento desde una perspectiva individual y social. De este modo, se reconoce el derecho al cuidado y el deber de cuidar.

También es evidente que el autocuidado es lo coherente en el ámbito  de la vida humana desde la responsabilidad individual, si esto es posible como es natural y dependiendo de las condiciones vitales de las personas.

En el libro Tiempo de cuidados la filósofa Victoria Camps trata numerosas cuestiones y aspectos de una nueva forma de entender la existencia, desde planteamientos solidarios que buscan atender las necesidades de todos y desde un ambiente de fraternidad humana y de justicia.

Es indudable  como escribe Camps que «Considerar el cuidado un valor ético conlleva de por sí una pretensión de universalidad, como ocurre con todos los valores éticos». La vulnerabilidad y la dependencia son  algo que está presente en la sociedad y que puede llegar a todos por diversas razones.

Con el aumento notable de la longevidad es evidente que se deben atender a más cantidad de personas. Y está bien que sea así, ya que cuanto más tiempo se viva mejor.

En lo referido a la calidad de vida, aunque puede haber parámetros de medición de la misma, son matizables y pueden ser objeto de discusión. Es preciso considerar también el gran avance en los medicamentos contra el dolor en el siglo XXI.

Los Gobiernos de los Estados deben poner en marcha políticas de creación de empleo en relación con los cuidados. La atención profesional de cuidadores con formación homologada no va a ser suficiente en los próximos años.

El envejecimiento de la población en España es cada vez mayor, entre otras causas, por la caída de la natalidad y por las mejoras en la atención médica. Es entendible que como dice Victoria Camps el derecho a ser cuidado debe estar garantizado por el Estado. Es lo justo y así está reconocido por el ordenamiento legal vigente.

Es cierto que la pandemia ha puesto de manifiesto que muchos mayores no son adecuadamente cuidados. En consecuencia, hace falta un mayor control público para que no haya abusos y para priorizar el bienestar de todos, sin excepciones. Frente al recelo y la desconfianza la asistencia empática a los que la necesitan y esto es algo que las instituciones públicas deben tener siempre en sus actitudes hacia los ciudadanos.

La diligencia es necesaria en la concesión de los cuidados. La burocracia excesiva debe eliminarse. Sobre todo si se piensa en la era digital en la que estamos inmersos. Es realmente posible agilizar mucho los trámites a realizar y simplificarlos para ganar tiempo en su resolución.

El respeto, el celo y la delicadeza son algunas de las virtudes necesarias en los cuidadores. Y aunque esto es obvio parece que, aunque reconocido en el derecho vigente, no se insiste suficiente mente en ello en bastantes situaciones y no se cumple en muchos casos.

En relación con la eutanasia o el suicidio escribe Victoria Camps: «Con respecto al dolor, la medicina  ha sabido poner al servicio de los dolientes todo lo necesario para que este no pueda considerarse hoy motivo de suicidio». La fraternidad que es un valor ético que forma parte del lema de la Revolución Francesa es algo que se necesita cada vez más en pleno auge de la sociedad líquida del materialismo y del consumismo individualista existente.

Frente a la gerontofobia de la sociedad actual hace falta una campaña permanente de sensibilización ética y psicológica para que se deje de discriminar a las personas, por simple cuestión de edad.  El Estado tiene mucha tarea por delante para que toda la gente entienda que existe un derecho a la vida de todas las personas, sin discriminaciones.

Al final, si no se muere prematuramente, todos llegaremos a ser viejos. Y esto parece que una parte de la sociedad no lo quiere reconocer. El tiempo transcurre para todos y más rápidamente de lo que se suele pensar.

No se puede sostener la lógica individualista del capitalismo neoliberal actual. Todo lo que se hace y también lo que no se realiza tiene repercusiones individuales y colectivas y esto conviene no olvidarlo, en relación con una moral del cuidado. Existe, por tanto, una responsabilidad individual y colectiva con nuestros semejantes en este sentido.

(Artículo 1.104)