El estudio de la
finalidad de la existencia y del ser
humano en toda su complejidad es una tarea inmensa, pero que es desarrollable
en la denominada antropología filosófica.
La libertad y la naturaleza humana así como la orientación de la vida y
el análisis de las enseñanzas de las ciencias humanas y naturales forman parte
también de la investigación antropológica.
La convivencia en
sociedad es objeto de reflexión antropológica con todas las consecuencias
derivables desde una amplia perspectiva filosófica. La antropología filosófica
se expresa en el pensamiento socrático o en lo que propone también Platón.
Aristóteles sostiene que el ser humano es una sustancia compuesta de alma y
cuerpo. No cree en la inmortalidad del alma humana individual después de la
muerte. Es un filósofo realista y empirista.
Si se considera la
filosofía existencialista se puede afirmar que el hombre es un ser
indeterminado que dispone de una gran libertad para ir construyéndose a sí
mismo a lo largo del tiempo.
Desde la perspectiva
del naturalismo o monismo antropológico el ser humano es un animal más
desarrollado y evolucionado en comparación con otros animales de otras especies
que pueden ser considerados irracionales ya que no disponen de una inteligencia
abstracta como la propia de la especie humana.
También es pensable
una tesis esencialista o dualista que establece la separación radical por causa del raciocinio en los seres
pensantes en relación con la irracionalidad animal.
Desde una interpretación
o comprensión integral de lo que es, en realidad, el ser humano se destaca el
valor de la historicidad y de la apertura al mundo a través de los
proyectos en la vida humana desde un
análisis hermenéutico crítico.
Como escribe Josep
Maria Esquirol «Ser humano no significa ir más allá de lo humano, sino intensificar
lo humano, profundizar en lo más humano:
ahí está lo más valioso». Es
cierto que las personas buscan realizar las acciones más beneficiosas
tomando como base la vida, la muerte, el yo y los otros y el mundo.
El cambio tecnológico
del mundo no debe laminar los procesos de reflexión y potenciar la banalidad y
las actitudes superficiales y exclusivamente consumistas y materialistas.
Aunque esto es lo que se está observando en una parte de la sociedad. Y los
gobernantes están obligados moralmente, al menos, a tomar decisiones que acaben
con la injusticia y la falta de equidad, desde una perspectiva política y de un modo inmediato, sin postergar las
soluciones para dentro de treinta años, por ejemplo.
La vulnerabilidad
forma parte de los seres humanos. Todos somos vulnerables ante el transcurrir
del inexorable tiempo. Nuestra condición finita es, precisamente, lo que da más
fuerza a la vida de cada sujeto que construye su propia existencia.
La identidad del yo,
aunque permanece, es también dinámica,
porque somos el mismo y a la vez cambiamos con el avance del tiempo. Es la
aparente contradicción causada por la experiencia de la vida y por las acciones
tomadas.
La impredecibilidad
del futuro es algo consustancial a la existencia individual y también es cierto
que no se pueden conocer todas las posibles consecuencias de las decisiones
adoptadas. Esto forma parte de la contingencia y del azar de la realidad humana
y es algo inevitable.
Indudablemente, la
vida puede intensificarse con un mayor contacto con el mundo. También es
posible aumentar la sensibilidad y esto supone vivir con más profundidad unida
a una reflexividad autoconsciente sobre lo que sentimos y deseamos.
Es verdad que como
escribe Esquirol en su libro Humano, más humano «A la herida de la vida cabe llamarla
gusto; a la del tú, amor; a la de la muerte, angustia; y a la del mundo,
asombro». Desplegar una gran pasión por la vida y por una plena
realización de nuestras potencialidades es lo que cabe esperar para llevar una
vida buena. Se trata del logro del florecimiento personal en el sentido de la
eudaimonía aristotélica.
El sentido de la vida
está en la realización de nuestros deseos o propósitos más profundos
desplegando con la máxima intensidad: fortaleza, energía, perseverancia e inteligencia. Intentar
alcanzar nuevas metas o logros es algo que está en coherencia con nuestro ser
que es perfeccionable. Esto está
directamente relacionado con una perspectiva positiva y esperanzada ante el
presente y el futuro. Ambos pueden ser entendidos en el marco de una vida
considerada como una gran aventura ilimitada en principio.
(Artículo 1.102)
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